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Programa Nacional de vacunación que era un orgullo de México (primera parte)

Hasta hace poco, el Programa Nacional de Vacunación Universal implantado en 1991 en nuestro país era catalogado como un orgullo de México. En la actualidad, ha sido desmantelado y reducido a casi nada. Este sólido esquema de vacunación que funcionó a la perfección hasta 2018 como la estructura firme que es, ha sido ignorado para brindar su servicio y coadyuvar en el exhaustivo proceso de vacunación contra la COVID-19 que tiene ante sí nuestro país para inmunizar a 90 millones de personas. En cambio, las autoridades federales han instruido que sean los denominados “servidores de la nación” quienes se hagan cargo de tal responsabilidad, aún cuando este grupo carece de capacitación, estructura, conocimiento, y logística entre otros muchos elementos para llevarlo a cabo. 

El doctor en Medicina y Especialista en Pediatría por la Universidad de Stanford. José Ignacio Santos, actual Secretario del Consejo de Salubridad General, es sin duda autoridad en el tema que nos ocupa y por ello me permito replicar esta interesante colaboración que en 2002, público en la revista de la Facultad de Medicina de la UNAM, en relación a ese artículo donde él mismo refiere los motivos por los que califica como orgullo dicho programa:

El Programa de Vacunación Universal (PVU) surgió como un compromiso nacional, con el cual se pretendía además de mejorar la supervivencia infantil, promover, proteger y cuidar la salud de todos los niños del país, a través de acciones de vacunación. Los objetivos, a través de acciones permanentes eran:

A. Completar el esquema básico de vacunación (tres dosis de Sabin, tres de DPT, una de antisarampión y una de BCG) en los niños menores de cinco años; B. Erradicar la poliomie- litis; la eliminación de la difteria, el sarampión y el tétanos neonatal; y controlar la tos ferina y las formas graves de la tuberculosis; C. Reforzar la vigilancia epidemiológica mediante sistemas específicos de identificación, notificación y control inmediato de casos y brotes; y D. Promoción, educación para la salud y participación comunitaria como mecanismos de apoyo para la prevención de las enfermedades que no se evitan con la vacunación.

ESTRATEGIAS

El diseño operativo del PVU se integró en dos grandes estrategias: acciones permanentes y acciones intensivas. Las acciones permanentes son las que se ofrecen cotidianamente a la población en todas las unidades de atención médica del Sistema Nacional de Salud; así también, aquellas que se realizan en los centros de custodia temporal de niños, como albergues, guarderías, jardines de niños, etc., o las que se otorgan con cierta periodicidad, mediante brigadas, en las localidades sin servicios permanentes de salud.

Las acciones intensivas tienen como propósito fundamental romper la cadena de transmisión de los padecimientos que se desean evitar, así como elevar las coberturas de vacunación en un periodo muy corto de tiempo. Las actividades se realizan antes de la época de mayor incidencia de los padecimientos o cuando las condiciones epidemiológicas así lo requieren. Las acciones intensivas de mayor relevancia han sido: las Fases Intensivas de Vacunación contra la po- liomielitis y el sarampión iniciadas en 1980, los Días Nacionales de Vacunación Antipoliomielítica (1986) y actual- mente las Semanas Nacionales de Salud (1993) (figura 1), que ofrecen a la población un paquete de acciones de aten- ción primaria.

Las diferentes estrategias así como las actividades desarrolladas para mejorar el impacto de las campañas de vacunación son acciones que pocas veces salen a la luz, pero constituyen pilares del PVU al garantizar su adecuado funcionamiento. El empeño por mejorar la infraestructura, el equipo y la competencia del personal encargado de la red de frío y la investigación de eventos adversos asociados a la vacunación, se completan con el apoyo y la participación de la sociedad en su conjunto.

LOGROS

Los resultados de la ENCOVA arrojaron en 1990 importantes datos acerca del rezago en las inmunizaciones: las coberturas con DPT eran las más rezagadas, sólo el 60.1% de los niños preescolares estaban vacunados; en el caso de vacuna Sabin el 73.1%; con vacuna BCG el 73.6% y contra el sarampión, la que mostraba mayor cobertura, alcanzaba el 85.4%. Únicamente el 46% de los niños había completado su esquema de ocho dosis. Estos datos fueron considerados como básicos para medir el desarrollo del

PROGRAMA

Al inicio de la presente administración las coberturas se encontraban como sigue: DPT, 96.5%; Sabin, 96.8%; BCG, 98.5%; antisarampión, 96.7% y con esquemas de ocho dosis 95.3% (figura 2). A diciembre del 2001, las coberturas no sólo se han mantenido sino que en todos los casos fueron supera- das; así tenemos que para DPT se ha alcanzado el 98.5%; Sa- bin, 98.6%; BCG, 99.7%; SRP/AS, 98.1% y los esquemas completos de ocho dosis con 97.4%. Además de la erradicación de la poliomielitis; la eliminación de la difteria y el sarampión; el tétanos neonatal ha experimentado una reducción verdadera- mente ostensible pues sólo se notificaron 6 casos en 2001; de tuberculosis meníngea 11 y de tos ferina 100.

Generalmente la evaluación de los programas de salud se realiza con base en el logro de sus metas y en el impacto epidemiológico observado en la población; sin embargo, el PVU ha tenido otros logros importantes:

1. Se han sistematizado las acciones de vacunación en el país, logrando la participación de todas las Instituciones del Sistema Nacional de Salud en la ejecución del Programa; se siguen las mismas normas y se evalúa con los mismos parámetros.

2. La coordinación interinstitucional se ha fortalecido de tal for- ma que se han identificado y respetado áreas geográficas de responsabilidad para cada institución; asimismo se ha atendido a la población demandante de manera insdiscriminada sin importar su filiación a las instituciones de seguridad social.

3. Se cuenta son un censo nominal de los niños menores de cinco años, a través del cual es posible conocer la situación que guarda el esquema vacunal de cada uno de ellos, su edad, domicilio, localidad y municipio al que pertenecen.

4. Se ha mejorado la red de frío en toda la infraestructura de servicios de salud del país.

5. El Programa ha contribuido en la consolidación y fortalecimiento de un sistema de vigilancia epidemiológica cada vez de mayor calidad y eficacia.

6. Se ha establecido un patrón de difusión y se ha fortalecido una imagen corporativa en el material promocional, sin Introducción de nuevas vacunas y cambios en el esquema básico.

Entre 1951 y 1970 se introdujeron paulatinamente las siguientes vacunas: BCG en 1961; Toxoide tetánico en 1954, la vacuna antipoliomielítica inactivada tipo Salk en 1956 , la vacuna DPT en 1954, la vacuna antipoliomielítica Sabin en 1961 y la vacuna Schwarz contra el sarampión en 1970.

Una de las lecciones aprendidas de la última epidemia de sarampión en México en 1990 fue que una dosis vacunal era insuficiente para la óptima seroconversión; por tal motivo, en 1991 se cambió el esquema, adicionando un refuerzo va- cunal a los seis años o al ingresar a la escuela.

7. Se ha mostrado el valor que tiene la participación comunitaria pues se ha contado con una significativa participación de las organizaciones públicas, privadas y sociales de la población en su conjunto, a través del trabajo voluntario

Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1

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NOTA ROJA