Cuando alguien se suicida, la explicación de las razones por los que lo hizo son distintas, depende lo diga el médico, el sacerdote, el psiquiatra, el psicólogo, la pareja, la familia. No hay, por desgracia, quien lo sepa a ciencia cierta. En lo único que hay cierta coincidencia es en que todo inicia con ciertas ideas autodestructivas, deseo de muerte y planeación de un acto letal. Luego vienen los intentos y finalmente la consumación. Bajo esa premisa, se cree que el suicidio puede evitarse si se saben detectar a tiempo ciertas conductas.
En los últimos tiempos al parecer no hemos podido detener ese tipo de muertes con la urgencia que se necesita. En diez años los suicidios se han duplicado en Nayarit, para llegar a 91 en 2020. Corresponden a hombres 74 y a mujeres 17. La tasa es de 6.3 por cada 100 mil habitantes, similar a la media nacional, que es de 6.2, según boletín del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, instituido el 10 de septiembre.
Las entidades que presentan mayor tasa de fallecimientos por lesiones autoinfligidas (suicidio) por cada 100 mil habitantes son Chihuahua (14.0), Aguascalientes (11.1) y Yucatán (10.2), con el doble de la media nacional. Por el contrario, Guerrero, Veracruz e Hidalgo presentan las tasas más bajas con 2.0, 3.3 y 3.7, respectivamente.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, de la población de 10 años y más, 5 por ciento declaró que alguna vez ha pensado en suicidarse; esto ocurre en 4 por ciento de los hombres y en 6 ciento de las mujeres.
Lo piensan más las mujeres, pero lo realizan más los hombres. Porque la proporción de los hombres que se quitan a sí mismos la vida es cuatro veces mayor que la de las mujeres. Recordemos los datos de Nayarit, 74 frente a 17.