Si bien, hace algunos meses tuvimos una especie de espejismo, cuando desde diversas zonas del planeta nos mostraban imágenes de una sorprendente recuperación de los ecosistemas durante la pandemia, la realidad es que estamos en el mismo lugar y frente a una problemática idéntica a la que veníamos arrastrando ya con anterioridad, y cada día son más los problemas que afronta nuestro planeta Tierra. El deshielo y aumento del nivel del mar, condiciones meteorológicas extremas, aumento de las precipitaciones y la contaminación ambiental son algunas de las consecuencias que viene afrontando el ser humano por no ser capaz de tomar conciencia sobre estas problemáticas.
Y, para reflexionar sobre ello, como ya es costumbre, este jueves 22 de abril se celebra el Día Mundial de la Tierra.
Cada doce meses, el Día Mundial de la Tierra tiene distintos temas. El de este año 2021 es una llamada a la acción climática. Este enorme desafío es el más grande para el futuro de la humanidad, y es que, si los países más poderosos del mundo no toman cartas en el asunto sobre este problema, se estará condenando a las generaciones actuales y venideras a un futuro peligroso.
El Día de la Tierra que se instauró en 1970 en los EE.UU. reúne a millones de personas de todo el mundo para llamar la atención acerca de los problemas más acuciantes del planeta, partiendo por las emisiones globales de CO2, que ya están de nuevo por encima de los niveles previos a la pandemia, a pesar de todo lo que se habló sobre la “sanación de la naturaleza”.
En efecto, las imágenes que nos proporcionó la NASA el año pasado, donde se podía ver la disminución de gases contaminantes en la atmósfera, mientras que abajo, en los océanos, apreciábamos aguas más limpias y delfines y ballenas acercarse a costas sin humanos a su alrededor.
Sin embargo, solo fue un bello espejismo, pues el freno registrado por la actividad económica mundial -lo mismo que las restricciones de viajes, cuarentenas y otras medidas- no resolverá las amenazas ambientales de nuestro tiempo. Fue solo un episodio azaroso que nos ha demostrado los beneficios que experimentaríamos si dejáramos atrás el uso de combustibles sucios como el carbón, el petróleo y el gas natural.
La humanidad está aprendiendo grandes lecciones a partir de una pandemia que nos marca una ruta de cambios que en otros momentos creímos imposibles, pero que hoy deben volverse parte de nuestros desafíos y prioridades para actuar.
Ahora bien, 2021 es decisivo para la protección de la naturaleza, pues este año los líderes mundiales tomarán decisiones políticas clave sobre la acción climática, el desarrollo sostenible y la naturaleza. En mayo próximo tendrá lugar en la ciudad china de Kunming la cumbre número 15 sobre Biodiversidad, que estaba prevista para octubre de 2020 y fue postergada por la pandemia. Ese encuentro, junto con la Cumbre sobre el Clima 2021, que tendrá lugar en noviembre en Glasgow (Inglaterra), serán dos momentos cruciales para lograr un plan global ambicioso respecto al medio ambiente para transformar la relación de la sociedad con la biodiversidad y garantizar que, para 2050, se cumpla la visión compartida de vivir en armonía con la naturaleza.
La primera de estas cumbres climáticas se llevó a cabo en Río de Janeiro (Brasil) en 1992. La de Glasgow, la número 26, está considerada como la de mayor trascendencia desde la COP en la que se cerró el Acuerdo de París, porque se espera que los países reaccionen a la crisis climática con planes de recorte de emisiones más potentes. El pacto climático se fija como objetivo que el incremento de la temperatura media del planeta no supere los dos grados respecto a los niveles preindustriales y, en la medida de lo posible, que se quede por debajo de 1,5. Para ello, deben eliminarse los gases de efecto invernadero que emite el ser humano. Cada país tiene que presentar un plan de recorte de esas emisiones cuando ratifica el Acuerdo de París. El problema es que los planes de los países que hay sobre la mesa ahora llevarán a un aumento de la temperatura muy por encima de loa tres grados. Por eso se necesitan revisiones al alza de esos programas nacionales y la primera revisión oficial se debe realizar en la cumbre de Glasgow.
Sin embargo, con los cierres de fronteras por la pandemia y el temor a que este otoño se produzca un rebrote del coronavirus sin que esté disponible a gran escala una vacuna, parecía imposible reunir este mes de noviembre en la ciudad británica a las alrededor de 30.000 personas de casi 200 países que normalmente acuden a estas citas. Por eso en abril se decidió posponer una cumbre a la que ahora los organizadores ponen fecha: noviembre de 2021.
El Gobierno británico asegura que seguirá trabajando hasta ese momento, al igual que Italia, para que aumenten esos planes de recorte. Ambos países presionarán en las citas internacionales previstas durante este año y medio, como las próximas reuniones del G7 (que presidirá el Reino Unido) y del G20 (que presidirá Italia).
Tanto la ONU como los Gobiernos de ambos países han insistido en que los esfuerzos para combatir la pandemia no pueden hacer que se olvide la lucha contra el calentamiento global. “Si se hace bien, la recuperación de la crisis de la covid-19 puede llevarnos a una vía climática más inclusiva y sostenible”, ha afirmado la secretaria ejecutiva del área de cambio climático de la ONU, Patricia Espinosa. La intención de la ONU es mantener en junio encuentros virtuales, y en octubre está prevista la celebración de una precumbre que tendrá un perfil técnico y que debe servir para allanar el camino para la COP26.
La pandemia también ha sembrado de incertidumbre la lucha climática en el mundo y los próximos meses serán claves para saber el camino que seguirá. Por un lado, los analistas están expectantes ante el camino que va seguir China para salir de esta crisis, por si vuelve a basar su crecimiento en los combustibles fósiles. Por otro, también se espera con ansiedad el resultado de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos ya que la salida de Donald Trump supondría recuperar a la principal economía del planeta para la lucha contra el calentamiento. La Unión Europea, sin embargo, sí está dando pasos claros para situar la descarbonización en sus planes de recuperación. Solo China, Estados Unidos y la UE acumulan el 50% de todos los gases de efecto invernadero que expulsa el ser humano. (El País 29/05/20).
En este Día de la Tierra es cuando de alguna manera todo el mundo toma conciencia de que tenemos que celebrar y cuidar el planeta. Es una fecha a modo de recordatorio de que todos hemos de poner de nuestra parte para que el planeta siga adelante. El cambio climático es un hecho, de modo que aunque para muchos líderes mundiales parece que el problema les queda algo lejano, este es el día en el que también a ellos les llegue el aviso de que es momento de cambiar y de hacer algo por el cuidado de comunidades enteras, animales y personas de todo el mundo. No perdamos pues, la oportunidad de crear conciencia masiva sobre la necesidad de preservar este valioso ecosistema para las futuras generaciones. Sería una ganancia que perduraría más allá de la crisis sanitaria. *Con información de medios
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