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México empató ante Argelia en amistoso de Fecha FIFA

La Selección Mexicana igualó por marcador de 2-2 con goles de "Tecatito" Corona y Diego Lainez. Gerardo Martino sumó su segundo empate como técnico del "Tri".

México sobrevivió a un partido relámpagos y tormentas desérticas. Un valioso ejercicio futbolístico auspiciado por un rival de alcurnia, volátil y presuroso, la Argelia de Mahrez y Brahimi. Lainez rescató al Tri cerca del epílogo, Corona y Jiménez confirmaron su maestría, y Martino llevará los folios plagados de conclusiones provechosas para apagar el fuego de las barricadas de los clubes. Más aventuras como estas serán beneficiosas para todos. Muchas más.

Javier Martínez, entrenador mexicano con experiencia en el fútbol africano, había vaticinado los compases iniciales del encuentro: "Argelia se desboca; van a buscar el gol desde el principio y hasta el minuto 30". Los magrebíes circundaron los linderos de Cota, un amenazante y valeroso ejército de beduinos, comandado por Riyad Mahrez, a la conquista de Argel, Chapultepec y La Haya. 'El Tri' se sacudió la intimidación con los galopes de Pizarro y Corona. El ensayo de Jiménez, regate corto y tiro ancho, tuvo inspiración 'benzamezca', arte de corte argelino. En cuanto Bennacer y Guedioura retrocedieron, el partido perdió pulsaciones y adquirió misterio.

'Los Zorros del Desierto' cultivan con orgullo una vetusta tradición argelina, perfeccionada por Rabah Madjer y Zinedine Zidane: la pelota es un objeto de culto y merece un trato acorde. La amasan en mantos de seda. La protegen como a las cantimploras cargadas en los oasis. Las últimas aguas del Magreb. Producto de aquel racional, Bannacer lanzó a Bounedjah a excursión por el Sáhara, pero Moreno, con espada desenvainada, frustró el avance. 'Tata' Martino también dispone de artesanos en su pelotón: 'Tecatito' penetró entre los escondrijos de la qasbah, Jiménez le abrió las puertas del torreón, y Corona envolvió la pelota en un pañuelo de terciopelo y la colocó dulcemente en los aposentos de Bohli. El innagotable arte de 'Tecatito' encontró réplica inmediata; Mahrez se asoció con Feghouli, quien entregó en bandeja un rubí a Bennacer. La pelota dibujó la inmortal parabola de Roberto Carlos en Lyon. A Cota le petrificó el brillo de la joya.

Cuando volvió a aparecer la luna sobre el Sáhara, Mahrez embrujó a Gallardo y Cota cerró la qasbah. Belmadi ordenó lluvia de fuego y su ejército acató de inmediato. Una cuadrilla birló a Herrera; Brahimi, poseído por Madjer, maniató por sí mismo a toda la retaguardia de Martino, pero el torreón derecho repelió su proyectil. En pleno asalto, Guendioura clavó el sable en el pie derecho de Jiménez. A las mazmorras. Esto es un simulacro de batalla, aunque parezca la ocupación real del desierto. México atacó los espacios provisionales que Belmadi tardó en detectar. Herrera pilló a Mandi, Corona sirvió a Jiménez y el ariete danzó un raqs baladí de más. Los axiomas del fútbol son lugares comunes. Y verdades incontestables. Sánchez coludió con Bensebaini, quizá por extravío moral, quizá por masoquismo, y Mahrez mesmerizó a Cota con una lisonja. La pelota reposó en las redes con la gracia de un diamante sobre una almohada de felpa.

Martino oteó a sus reservas, pero no encontró soluciones. Hasta entonces. Los espejismos del Sáhara hicieron parecer a los 10 caudillos de Belmadi como si fueran 50. Brahimi, un esteta, un nómada infatigable. Bennacer, un aprendiz de las dotes estadistas de Ahmed Ben Bella, gobernó el centro del campo. El dispositivo de Belmadi atenazó a las tropas de Martino; columnas en disciplina militar y dos centinelas. Argelia fue una tormenta de arena. Y el partido fenecía en La Haya hasta que Jiménez divisó a Lainez, picoteó la pelota, y el bético se batió a duelo con Bohli. La pirueta, poco plástica, despojó al Tri (y a Lainez mismo) del miedo. La Selección se apoderó de la noche y casi consuma la toma del Magreb. El obús de Herrera estalló en la cruceta, un gol que habría sido juzgado en La Haya por lesa humanidad, y Sánchez casi encuentra redención cuando su centró se envenenó hasta golpear el transversal. Una examen contra Argelia, como diez en territorio SUM. Que sean más. Muchos más. La extrema práctica, el sensación auténtica de peligro, hace al maestro.

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NOTA ROJA