Estaba en la cima del poder. En noviembre de 2012, Roberto Sandoval quiso mostrar al mundo su rancho en Aután, en el municipio de San Blas. Montó su caballo y como actor de cine vio el firmamento, y cámaras aéreas siguieron su recorrido a galope, trotando a veces, por construcciones, lagos, pastizales, zona de engorda de fino ganado.
Generoso Dios con él, generosa la naturaleza, engordar el ganado no costaba un peso, porque el clima, la humedad, hacían crecer las praderas sin trabajo humano, confesó emocionado. Era aquel rancho su paraíso en la tierra, él su Creador.
Esas tierras eran de la familia, él las había convertido en un vergel, predicaron entonces los columnistas. Mentían, se sabría después.
La Fiscalía General de Nayarit confiscaría en abril de 2018 el rancho de 16 hectáreas y 58 hectáreas contiguas.
De Ensueño a pesadilla pasó ese rancho en el ejido sanblaseño. De paraíso a infierno. De la mentira publicitaria hecha video de alta definición a realidad cruel: este primer día del séptimo mes del dos mil veintiuno la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de Nayarit cumplimentó una orden de aprehensión (la cuarta) emitida por un juez de Primera Instancia del fuero común en contra del ex gobernador del estado por el delito de falsificación de documentos en general en agravio de dos personas.
Con esos documentos fue posible que el hombre que gobernó tierras y vidas en Nayarit de 2011 a 2017 culminara un sueño que tuvo desde niño y puso por nombre El Ensueño.