Con tres textos introductorios —antecedidos por una presentación, información general sobre los autores [Arturo Guerrero, Jorge Arturo Guerrero García, Itzel Alejandra González Sandoval y Lourdes Carrillo Reyna] y un preámbulo— en los que se ofrece un panorama general del desarrollo del Estado de Nayarit, desde un enfoque constitucional [José Miguel Madero Estrada], económico [Jorge Arturo Guerrero García, basado en una entrevista con Juan José Mendoza Alvarado], sociológico [Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara] y de medios [Antonio Tello], Los Gobernadores de Nayarit está conformado por 20 capítulos, cada uno de ellos dedicado a uno de los veinte gobernadores electos constitucionalmente que, entre 1917 y 2017 encabezaron el Poder Ejecutivo del Estado de Nayarit a lo largo de sus primeros cien años de vida libre y soberana.
A partir de una lectura lenta y atenta, es posible detectar, al menos, tres períodos distintos: el primero, cercano al nacimiento de Nayarit como Estado de la Federación establecido en el texto constitucional de 1917 y que parece concluir en los años de la presidencia de Lázaro Cárdenas, con la institucionalización de la revolución materializada en la fundación del Partido Nacional Revolucionario, la cual, tendría como una de sus consecuencias, una estabilidad hasta entonces desconocida en los gobiernos estatales, a pesar que todavía durante el mandato de Francisco Parra Ortiz —el primer gobernador que concluyó su cargo de cuatro años— nos encontramos con siete gobernadores interinos.
Un segundo período, muy prolongado, de gobiernos estables surgidos primero del Partido Nacional Revolucionario y, posteriormente, del Partido Revolucionario Institucional y un tercero, casi coincidente con el nuevo siglo y el nuevo milenio, de transiciones partidistas.
Los primeros tres gobiernos constitucionales, previos al acabado de mencionar, se vieron inmersos en tensiones diversas, propias de los reacomodos derivado aún del movimiento revolucionario. De ahí que las tensiones principales de José Santos Godínez las haya tenido con el Congreso del Estado, el cual contaba con el apoyo de la Casa de Aguirre y de la Comandancia Militar. De ahí también, que el gobierno de Pascual Villanueva, quien llegó al poder apoyado por los empresarios, tuviera dificultades para su toma de posesión y no contara con apoyo popular alguno y que, durante su mandato, durante el cual se pagaron las deudas del gobierno anterior, no contara con el apoyo popular. De ahí que el tercer gobernador constitucional, José de la Peña Ledón, demitiera dos años antes de concluir el período para el que había sido elegido por problemas financieros y por tener un congreso contrario.
El cuarto gobernador constitucional, Luis Castillo Ledón, llama la atención por su amplia cultura y por tratarse del primer gobernador postulado por el PNR, sin que ello evitara que dos años antes de concluir su período fuera destituido a pesar de haber realizado una importante labor en materia educativa y en el reparto agrario, lo que provocaría la oposición de la Casa de Aguirre.
Juventino Espinosa, quien había sido Jefe Político del Territorio de Tepic en 1913 i gobernador interino los dos últimos años del mandato de Luis Castillo Ledón, sería el sexto gobernador constitucional del Estado. Entre las acciones de su gobierno, se menciona la creación de los municipios de El Nayar y de Ruiz, la creación de escuelas de nivel básico —el traslado de la Escuela Secundaria Federal de Culiacán a Tepic, la creación del ahora Internado Juan Escutia— y la formación de cooperativas de producción y consumo.
A pesar de que a Candelario Miramontes le correspondió gobernar durante los años de la II Guerra Mundial, con la consiguiente suspensión temporal de garantías individuales y la creación del Servicio Militar Nacional, su gobierno, así como los de José Limón Guzmán y de Francisco García Montero, parece haber gozado de una relativa estabilidad y compartido un estilo sencillo, honesto de gobernar, así como gozado de una vida familiar compatible con sus obligaciones de gobierno.
Mención aparte, parece merecer la figura de Gilberto Flores Muñoz, primer gobernador con un mandato constitucional con duración de seis años.
Habiendo iniciado su carrera política como Diputado Federal y Senador por el Estado de San Luis Potosí, puesto al cual renunció para ser candidato a la gubernatura de su estado natal, Don Gilberto proseguirá su carrera política coordinando la campaña presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, ocupando el cargo de Secretario de Agricultura durante su sexenio, cargo al que pudo acceder no solo por su relación con el presidente, sino por haber convertido a Nayarit en “el granero de la República” con una producción el ciclo 1950-51 de más de 100,000 toneladas de maíz. Su sexenio se caracterizó también por la modernización de la capital Tepic y de diversos municipios, en consonancia con la modernización del gobierno federal de Miguel Alemán Valdés.
Sin dejar de ser un mandatario priísta, con el Dr. Julián Gascón Mercado, parece haber iniciado un nuevo período o, al menos un subperíodo que culminaría con el gobierno de Rigoberto Ochoa Zaragoza, quien habría de entregar el poder —sin hacerse presente en la misma— al primer gobernador elegido como candidato de una coalición inédita entre “la derecha” y “la izquierda”.
Pero ese subperíodo y el tercer período antes mencionado, serán materia de un nuevo artículo…