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20 Gobernadores: interpretación de su historia y recuerdos emergidos de una lectura lenta y atenta

Después de un periodo tenso, de reacomodo de fuerzas, con tensiones con el Congreso y con la Casa de Aguirre —representante principal del poder económico en el período inmediatamente anterior— los Gobernadores llegan a tener, por varias décadas, la hegemonía del poder en el Estado.

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¿Tercera semana con un mismo tema? Pues sí, porque en los dos artículos anteriores, la pretensión de mis palabras era la de invitar a la lectura de “Los Gobernadores. Mandatos al Centenario” de la autoría de Arturo Guerrero, Jorge Arturo Guerrero García e Itzel Alejandra González Sandoval, para lo cual, mis palabras se limitaron a ofrecer una apretadísima síntesis de la semblanza de veinte gobernadores del Estado de Nayarit elegidos constitucionalmente entre 1917 y 2017…

Sin embargo, la lectura, sobre todo si se realiza lenta y atentamente, produce en quien lee diversas percepciones y reacciones, intelectuales y emotivas, cada una de las cuales abre distintas posibilidades de comunicación. Una de ellas es, precisamente, la que quedó plasmada en los dos artículos previos que se ocuparon de “Los Gobernadores.

Pues bien, en esta ocasión —como se insinuó ya en el subtítulo de estas palabras— pretendo compartir una interpretación de su “historia”, y algunos recuerdos surgidos de esa lectura “rumiante” llevada a cabo…

En primer término, mi interpretación global derivada de la semblanza de “los veinte”.

Después de un periodo tenso, de reacomodo de fuerzas, con tensiones con el Congreso y con la Casa de Aguirre —representante principal del poder económico en el período inmediatamente anterior— los Gobernadores llegan a tener, por varias décadas, la hegemonía del poder en el Estado, muy claramente, a partir de la creación del Partido Nacional Revolucionario con su división en sectores [campesino, obrero y popular] y con el consiguiente reparto de tierras “cenecista” y la sindicalización obrera “cetemista”.

Esta hegemonía de los gobernadores, parece haber alcanzado sus “cumbres políticas” en las gubernaturas de Don Gilberto Flores Muñoz y Don Emilio M. González, sin duda los políticos nayaritas más relevantes; tener figuras “distintas” en Luis Castillo Ledón, Julián Gascón Mercado y Celso Humberto Delgado, por las actividades que realizaron en distintos ámbitos de la vida nacional e internacional y; entrar en crisis —como hegemonía priísta—, en la elección de 1999 y —como poder hegemónico—, tres años después, en la elección intermedia de 2002 en que, por primera vez en mucho tiempo, se tuvo un gobernador sin apoyo mayoritario en el H. Congreso del Estado.

Después, un impresionante regreso del PRI a lo largo de dos sexenios, para volver a dejar el poder en el cuatrienio —ahora agonizante— en manos una coalición pluripartidista con tintes panista-empresariales, que, apenas en junio pasado, sería derrotada por una nueva coalición, de izquierda esta vez [si utilizamos la “geometría política”], o “Morena” [si la expresamos con el nombre del partido-movimiento que la encabezó].

En segundo término, algunos recuerdos que surgieron en mí durante la lectura —atenta y lenta— de “Los Gobernadores” …

Ante todo, las casas: la de Don Gilberto, un buen pedazo de la manzana Allende, Prisciliano Sánchez, Morelos y Ures, con una huerta amplia, frente a la casa de “mi tía Lola”, parte de la cual se convertiría en las oficinas del PRI municipal; la casa —ahora, prácticamente abandonada— de Don Candelario Miramontes, por la calle Morelos, esquina con Querétaro; la de Don Francisco García Montero, frente al Paseo La Loma, precisamente, frente al Lienzo Charro que lleva su nombre y la de Don Julián Gascón Mercado, sobre el ahora denominado boulevard Tepic-Xalisco, a la altura de Los Fresnos…

Vinieron a mi memoria, también, recuerdos de Don Francisco García Montero en la puerta de su casa, vestido de traje y con sombrero e, inevitablemente, de Don Julián Gascón Mercado, en la sala de mi casa, la noche del velorio de mi papá, aquella noche del 31 de julio de 1965…

De recuerdos de oídas, vinieron a mí, los relatos “macabros” de los “arrojados” al “Mirador del Águila” en tiempos de Don Gilberto y el relato de mi hermano Manuel de haberse subido, con mi papá, al Tren Presidencial, durante una visita del Presidente Adolfo Ruiz Cortínez a Tepic, al parecer, trayendo la “mala noticia” que su Secretario de Agricultura, no sería su sucesor, sino su Secretario del Trabajo y Previsión Social; que no sería un nayarita, sino un mexiquense [aunque este gentilicio, si no mal recuerdo, aún no se había acuñado].

Del periodo del Dr. Julián Gascón, recuerdo muy bien las obras de pavimentación hidráulica de las calles del ahora denominado Centro Histórico de Tepic, particularmente la presencia de unas revolvedoras verde y gris arrojando concreto, así como el comentario genial de mi tía Juana ante la solicitud de identificación que algunos funcionarios del gobierno del estado, venidos de la Ciudad de México, exigían a quienes toda su vida habían vivido en Nayarit: “ustedes son quienes se tienen que identificar, nosotros somos conocidos”…

De fechas más recientes, recuerdo la toma de posesión “histórica” de Don Toño Echevarría y la compleja trama de la elección de hace cuatro años, en la que esperaba el triunfo de Antonio Echevarría hijo, pero nunca de una manera tan contundente; una contundencia, por cierto, solo superada por la más reciente de todas: la elección del pasado mes de junio en que cuarenta y cinco años después del que pudo ser su primer triunfo electoral a la gubernatura en Nayarit, “la izquierda”, encabezados por MORENA, se alzó con la victoria.

Obviamente, en ese contexto, vinieron a mí recuerdos de aquel famoso “trueque PRI-PPS” en que estuvo en juego la gubernatura del Estado para el período 1976-1981.

Mi primo Alfredo Nolasco, vino a Tepic acompañando a Porfirio Muñoz Ledo, Presidente del PRI, a operar la negociación: la gubernatura de Nayarit sería para el Coronel Rogelio Flores Curiel del PRI, a cambio de una Senaduría para Jorge Cruickshank García, en ese momento, presidente del Partido Popular Socialista, un año después. ¿El sacrificado? Alejandro Gascón Mercado, candidato del Partido Popular Socialista a la gubernatura. De ese sacrificio, surgiría el Partido de la Revolución Socialista, que, desgraciadamente, no formó parte ya de la coalición “Juntos Hacemos Historia”, triunfadora casi absoluta en las recientes elecciones. Don Alejandro, de cualquier manera, debe haberse alegrado con este triunfo, no sin una buena dosis de nostalgia…

violeta

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