En días pasados con motivo del 14 de febrero se hizo una referencia al significado tan importante que es para el mexicano el concepto de la amistad; vimos cómo esta puede fluctuar en las antípodas entre del cuatismo o el compadrazgo (que tanto mal ocasionan políticamente) y entre la hermandad que puede rayar en lo heroico y sublime; como muestra de esta última haremos referencia de una singular amistad que se presentó entre dos generales mexicanos, jóvenes ambos, quienes se demostraron una mutua fidelidad a pesar de formar parte de bandos por demás contrarios y de enfrentarse en batalla uno contra el otro, nos referimos a los generales Miguel Miramón y Leandro Valle, conservador y liberal respectivamente cuya actuación en cada bando fue decisiva para escribir el rumbo que tomara una parte de la historia nacional en un turbulento siglo XIX donde México viviría etapas dolorosas que han dejado huella enorme en nuestra querida patria, y que mucho tuvo que ver estas fracciones o divisiones surgidas en el seno de las ideologías o bandos políticos.
Recordemos que una de las situaciones políticas posteriores a la independencia de México llevada a cabo en 1821, fue la influencia decisiva que tuvo la masonería convertida en bastión importante sobre todo como grupo de poder, las logias escocesas provenientes de España eran partidarias del centralismo buscando así un gobierno parecido al que se tenía en la Nueva España, es decir de ideas conservadoras, por otro lado la influencia decisiva del embajador plenipotenciario norteamericano Joel R. Poinsett partidario del federalismo, con más ideas liberales, anti hispanistas y anticlericales.
Así ante estos dos bandos, México nace a su Independencia trastocando uno de los principios o garantías que le dio vida con Iturbide, o sea la Unión, la lucha política que se entabla entre liberales y conservadores, llevó a nuestra patria a sufrir una rotunda inestabilidad, inestabilidad que trajo consecuencias amargas como fue por mencionar la más importante, la pérdida de casi más de la mitad de nuestro territorio.
En este panorama histórico se gesta una amistad singular de los dos personajes en cuestión que atraídos por el gusto de las armas y la milicia ingresan casi siendo niños al Colegio Militar, con diferencia de meses en su nacimiento Miramón nace en 1832 y Valle en 1833 fortalecerán una amistad unida al fragor de la guerra pero también, dividida ideológicamente por sus principios y por sus lealtades.
Esta amistad surgida en las aulas del Colegio Militar, se solidificará más al participar en la heroica defensa del Castillo de Chapultepec en aquella gloriosa batalla del 13 de septiembre de 1847 contando con escasos catorce años supieron lo que era enfrentarse a un invasor extranjero, en esta batalla Miramón fue hecho prisionero y liberado posterior a los tristes tratados de Guadalupe Hidalgo.
Separados por situaciones de la milicia, cada uno siguiendo los principios que desde jóvenes albergaban en su alma, el destino los vuelve a unir pero ya en esta ocasión representando intereses diferentes dentro del mismo país, Leandro Valle convertido en el general más joven de la Guerra por restablecer la República que encabezaba Benito Juárez, y por otro lado, la espada más augusta del ejército Conservador, el llamado Joven Macabeo por su valentía demostrada en las batallas y que lo llevó a ser el Presidente más joven que ha tenido México al llegar a la presidencia en 1859 a la edad de 27 años, era el tiempo en que Benito Juárez ostentaba el cargo pero en forma itinerante.
La Guerra de Reforma volvió a unir a estos dos personajes ambos enfundados en uniforme de ejércitos contrarios, pero fieles tanto a su amistad como al bando que defendían, se sabe de encuentro s personales y correspondencia que existió entre ambos, tal es el caso de una carta escrita por Miramón a su amigo Valle, donde antes de partir al destierro gracias a la derrota endilgada por el ejército comandado por su amigo, le encomendaba el cuidado de su esposa, para que pudiese salir sin problemas del país.
Esa célebre batalla fue la de Calpulalpan el 22 de diciembre de 1860 que marcó el triunfo definitivo del bando liberal en la Guerra de Reforma y por ende el regreso de Benito Juárez a la Ciudad de México así como la dispersión del ejército conservador, batalla donde dos amigos se enfrentaron defendiendo cada quién sus ideales, pudiera decirse que aquí había sido el fin de una entrañable amistad, sin embargo el destino les tenía a cada uno reservado la forma en que les llegaría su fin.
A pesar de que los conservadores habían sido derrotados, estos continuaron generando enfrentamientos con el Gobierno ya establecido, estos nuevos combates provocaron el asesinato de Melchor Ocampo y Santos Degollado líderes indiscutibles del bando liberal de manos del general Leonardo Márquez a quién salió a combatir Leandro Valle en junio de 1861, cayendo derrotado en el Monte de las Cruces y mandado fusilar con saña inaudita, mientras su amigo Miramón se encontraba en el destierro.
Igual suerte corrió Miramón que durante el Segundo Imperio regresó al país para que a la caída de Maximiliano fuera aprehendido y luego fusilado junto a Tomás Mejía y el emperador en el Cerro de las Campanas no sin antes haber recibido del monarca la distinción de ocupar el lugar central de honor en ese fatídico momento.
Dos historias entrecruzadas, dos amigos enfrentados por sus ideales, que lucharon cada uno en pos de un México mejor.