La pandemia ocasionada por Covid-19 ha traído consigo no sólo problemas de salud física, también la salud mental se ha visto comprometida en la población general. Por una parte la enfermedad y su peligrosidad, por otro lado la cuarentena forzada que ocasionó diversos tipos de sensaciones en la gente como pánico agudo, ansiedad, conductas obsesivas, acaparamiento, paranoia, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) a largo plazo.
Estas afecciones han sido alimentados por una propagación de "infodemia" debido a las diferentes plataformas de redes sociales. Sumado a ello, también se informan ampliamente de los estallidos de racismo, estigmatización y xenofobia contra comunidades particulares. Los aspectos psicosociales de las personas mayores, sus cuidadores, pacientes psiquiátricos y comunidades marginadas se ven afectados por esta pandemia de diferentes maneras y necesitan atención especial.
Los trabajadores de atención médica de primera línea tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad y de experimentar resultados psicológicos adversos en forma de agotamiento, ansiedad, miedo a transmitir infecciones, sensación de incompatibilidad, depresión, aumento de la dependencia de sustancias y trastorno de estrés postraumático.
Con el objetivo de abordar mejor los problemas psicosociales urgentes de diferentes dominios de población durante esta pandemia de Covid-19, se han propuesto diversas soluciones: en China, la telemedicina se vale del uso de diversas herramientas como videoconferencias, correo electrónico, teléfono o aplicaciones para teléfonos inteligentes.
Estos servicios son proporcionados por agencias gubernamentales y académicas, las cuales son asesoradas y supervisadas para que estas cuenten con capacitación constante además de orientar a los prestadores de servicio en psicoeducación. Los servicios se han priorizado en personas con mayor riesgo de exposición al Covid-19 (médicos en primera línea, pacientes diagnosticados y sus familias, policías y guardias de seguridad). Según informes del país asiático las personas aisladas buscaron activamente apoyo en línea para abordar las necesidades de salud mental mostrando no solo interés, sino aceptación de esta herramienta.
"Mi predicción es que el próximo brote importante, ya sea de una cepa de influenza altamente mortal o algo más, no se deberá a la falta de tecnologías preventivas. En cambio, el contagio emocional, habilitado digitalmente, podría erosionar la confianza en las vacunas tanto como para hacerlas discutibles. El diluvio de información conflictiva, información errónea e información manipulada en las redes sociales debe reconocerse como una amenaza global para la salud pública ", comentó Heidi J. Larson, antropóloga y directora fundadora del Vaccine Confidence Project.
Se debe desarrollar un nuevo modelo de prevención e intervención de crisis psicosocial haciendo uso de las herramientas tecnológicas apropiadas con la finalidad de integrar a todas las organizaciones de salud, autoridades de salud mental, gobierno, instituciones médicas de atención terciaria y hospitales con su personal, médicos, psiquiatras, psicólogos, médicos comunitarios y trabajadores sociales, así como combinar la intervención temprana con servicios de rehabilitación posteriores.
Es necesario que sean identificados grupos de alto riesgo de morbilidad psicológica durante la pandemia de Covid-19, haciendo enfasis en los grupos más vulnerables, como las personas en cuarentena, profesionales de la salud, niños, adultos mayores, comunidades marginadas (incluidas trabajadores migrantes, habitantes de barrios marginales, presos y población sin hogar) y los pacientes con morbilidad psiquiátrica previa.