Hace mucho que las batallas electorales dejaron de tener a la ideología como elemento central. Hace mucho, también, que no importan mucho las convicciones, creer en algo o no, luchar por una causa o rechazar otra.
En cada proceso electoral, los ciudadanos podemos apreciar entre todo el folclor del momento, políticos de antaño y nuevos valores que abrazan una nueva postura política o partidista: el conservador se vuelve liberal, la izquierda insiste en mezclarse con la derecha y lo que era imposible toma forma, a veces grotesca.
Inmejorable la definición que de la política se escucha y lee en la frase "la política es el arte de lo posible" y también de lo imposible. Actualmente la política todo lo puede, en ella y en su nombre todo sucede.
La mercadotecnia es una infalible cómplice que en cada proceso electoral, nos vende intelectualidad, inteligencia, arrojo, honestidad, dedicación, belleza, trayectoria y un largo etcétera de atributos que es posible acomodar entre la gran masa votante, ávida además de encontrarle rostro y nombre a sus sueños y aspiraciones.
La política, decía, es solamente de intereses, lejos quedaron los tiempos en los que había claras definiciones de los partidos en contienda, terminaron las posturas irreductibles, hoy todo es posible, hasta lo indeseable.
Los ciudadanos consumimos lo que hay en el menú electoral, también nosotros, en términos electorales perdimos ideología, convicciones políticas y partidistas: el interés de mejor vida personal y familiar, por encima incluso del bien colectivo, es la brújula que orienta nuestras decisiones en una elección, claro, nos ayuda la mercadotecnia.
Los tiempos han cambiado y es lo que hay, candidatas y candidatos que ayer militaban, defendían y hasta representaban un partido político y hoy intentan conseguir un nuevo cargo de elección en otro, incluso opuesto en términos ideológicos. No importa el partido y su ideología, sus principios, importa solamente que sea vehículo para alcanzar la meta.
El gran problema, si es que hubiese alguno, no es de los políticos, expertos y novatos, no, es de los ciudadanos que consumimos lo que se nos pone enfrente, porque también acá hay un personalísimo interés. Es una guerra de intereses donde se impondrán los propios, claro.
La política es de intereses, nada más. La política construye sueños, a los políticos en lo inmediato y de los ciudadanos de poco a poco y a veces nunca.
Quienes se dedican a la política están en su libre derecho de militar en un partido y luego en otro, defender una causa ahora y mañana ir en su contra, no hay nada que lo impida, ni siquiera la congruencia porque también ésta ha dejado de estar presente en la política.