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A un año del primer deceso por COVID-19 en México (segunda parte)

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Pese a que para el 28 de febrero de 2020 se registró el primer infectado por coronavirus y  el 18 de marzo la primera defunción en México, nadie imaginaba que 12 meses después estaríamos llorando más de 200 mil muertes y que la pesadilla estaría lejos de terminar en este país que al día de hoy ostenta el tercer sitio como la Nación con más fallecidos por Covid-19 (solo detrás de Estados Unidos y Brasil) y el primero con más víctimas entre el personal médico (más de 2,580 casos). Además, tiene la mayor tasa de letalidad entre las 20 naciones más afectadas por la pandemia (8.7 muertes por cada 100 contagiados) y la cuenta de casos positivos rebasó ya los dos millones. Todos estos números se refieren apenas a las cifras oficiales porque la realidad es algo así como 10 veces peor. Según estudios de la UNAM, el número real de infectados va de los 18 millones, según los cálculos más conservadores, a los 53 millones que estiman las valoraciones más altas. 

El doctor Luis Ramírez Carrillo, investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), habló de una pésima gestión del gobierno federal –plagada de errores, mentiras, manipulaciones y negligencias- empeoró la crisis sanitaria y la convirtió en la tragedia que estamos afrontando.

Agregó que la responsable de esta catástrofe humana es la política de salud del gobierno federal. En forma directa, clara, los causantes son el presidente Andrés Manuel López Obrador y el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, afirma el investigador. 

El investigador, en entrevista para medios de comunicación, habló de seis "pecados capitales" o errores fundamentales:

1. Ridiculizar la prevención 

En vez de actuar como en cualquier emergencia de salud pública y reforzar el nivel de prevención -tanto en términos de protocolos hospitalarios como de previsión presupuestal y de aviso a la población- se optó por una estrategia negacionista.

Se subestimó la peligrosidad del virus y de la enfermedad de manera sistemática. Se mandó un mensaje a la población de que no iba a pasar nada, que no había necesidad de prevenir. 

López Obrador incluso se burló del uso del cubrebocas y de las medidas de distanciamiento social, pese a las observaciones y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

El papel específico del presidente y del subsecretario López-Gatell fue lamentable. Se mostraron irresponsables, cínicos, superficiales. Fueron criminales en muchos sentidos.

La pandemia nos iba a pegar de todos modos, iba a provocar muchos muertos, pero se convirtió en un desastre porque definitivamente se actuó con insensatez y negligencia. 

En vez de enviar a la población un aviso unificado de prevención, se mandó un mensaje de negación y descuido. Y eso fue muy grave, porque llevó a grandes sectores de la población a sentirse erróneamente menos vulnerables.

Lo peor es que se despreció la vasta experiencia que tiene México en campañas de vacunación y de prevención de salud pública. 

“Vemos a los cubanos como si fueran los descubridores del hilo negro y del agua tibia en términos de salud pública y epidemiología, olvidándonos que México ha emprendido campañas de vacunación exitosísimas desde hace más de tres cuartos de siglo”. 

“Sarampión, viruela, tosferina, tétanos, paludismo… fueron cinco campañas que tuvieron mucho éxito y que desarrollaron un sólido sistema de salud pública en México". 

"El país no ha desarrollado una gran capacidad médica especializada, de alto nivel en muchas enfermedades, pero en términos de salud pública y dentro de mecanismos y rangos latinoamericanos tiene capacidad y experiencia. Y esto no se capitalizó, se hizo a un lado totalmente”. 

Y esa irresponsabilidad, ese “descuido” tuvo como trasfondo intereses políticos: evitar a toda costa parar el país y disminuir la intensidad de la actividad económica, que de por sí iba en picada debido al rotundo fracaso de la política económica del actual régimen.

Desde luego que se pudo hacer más. Desde el poder y desde las políticas de salud pública debió haberse tomado una estrategia diferente, de prevención.

2. Perder el tiempo

Independientemente de que la epidemia haya sorprendido al sistema de salud pública en mal estado -había pleito con las compañías farmacéuticas, se había eliminado el seguro popular y sustituido por otro que aún hoy no termina de arrancar, etc.-, las autoridades dejaron pasar tres meses sin hacer nada, pese a que se vio lo que estaba pasando en otros lados, a que la OMS había decretado la pandemia y a que el virus había llegado al país.

Fue un tiempo perdido valiosísimo en términos financieros, presupuestales, de programación… Las secretarías de Salud, Hacienda y obviamente la Presidencia se quedaron como pasmados durante casi 90 días de pandemia y no dotaron a tiempo de infraestructura hospitalaria suficiente al país.

“No había respiradores, no había mascarillas ni guantes, no había material sanitario. Y las autoridades tuvieron tiempo para prepararse…, en salud pública un mes es una eternidad". 

"Cada día que se pierde restándole importancia a los gastos de salud pública significa cientos o quizá miles de muertos”. 

"Este fue el segundo grave pecado, la segunda grave irresponsabilidad del gobierno federal ante el Covid-19: desperdiciar tres meses antes de comenzar a dotar al país de suficiente infraestructura médica y hospitalaria".

3. No blindar las fronteras 

México, en todo 2020 y lo que va de 2021, no ha cerrado las fronteras, no ha prohibido vuelos desde ningún país del mundo, no ha impuesto ninguna restricción para ingresar a nuestro territorio, medidas que han adoptado muchos gobiernos para intentar frenar la propagación de la epidemia de coronavirus.

“Canadá, Alemania, Reino Unido se están protegiendo, Francia cerró sus fronteras con los países que no pertenecen a la Unión Europea… bueno, hasta Guatemala se vio más sensible en este aspecto".

"México debió ‘bloquear’ la entrada, aunque fuera en cierto tiempo, en algunas situaciones y desde determinados países para frenar la importación de más contagios”.

4. No hacer pruebas suficientes 

López-Gatell se ha negado rotundamente a realizar pruebas suficientes para encontrar a las personas contagiadas y aislarlas, como lo hicieron países asiáticos desde el principio de la pandemia. Este colosal error también es causa del enorme número de contagios y de muertes que adolece hoy México. 

“Practicar pruebas hubiera resultado bastante económico si se considera la dimensión que ha alcanzado el desastre. En meros términos financieros, el costo hubiera sido infinitamente menor que las incalculables pérdidas que ha registrado el aparato productivo del país, devastado por la epidemia”.

Y esto, otra vez, fue culpa de la nula capacidad como estratega de López-Gatell, al pensar que no había nada qué hacer frente a la epidemia. 

El subsecretario ignoró o fue incapaz de ver las evidencias que dejó la experiencia exitosa de países como China, Japón y Corea que lograron detener el avance del virus con esa estrategia. 

La aplicación de cientos de millones de pruebas y el aislamiento de los miles de casos detectados fueron las claves para disminuir no solamente el contagio al final del camino, sino para reducir el ritmo de la enfermedad, lo que permite una mayor holgura en el tratamiento hospitalario y en consecuencia una mayor efectividad para evitar muertes. 

 “En pocas palabras, al hacer más lento el ritmo con que la gente se enferma, se le da oportunidad al sistema hospitalario de atender mejor a los pacientes. Este fue un error muy costoso del subsecretario en término de vidas humanas”.

Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1

 

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