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Los malos policías

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Desde hace mucho tiempo he venido insistiendo en la necesidad de que se practiquen de manera sistemática exámenes de control de confianza en cuerpos policiacos, siendo que resultan fundamentales para los sistemas de seguridad porque de ahí depende el éxito de los objetivos que se establecen al interior de las corporaciones. 

También he manifestado con anterioridad que un mal elemento puede generar gran contaminación y propiciar la infiltración del hampa en los cuerpos de seguridad.  

Lamentablemente, esto es algo que ya ocurre en nuestra entidad. El propio gobernador Enrique Alfaro Ramìrez, reconoció en por lo menos una ocasión que existe la infiltración del crimen organizado en las fuerzas policiales del estado. 

Este asunto se ha colocado de nuevo en zona de reflectores, luego de que recientemente trascendió la detención de policías de un poblado cercano a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), que habrían participado en la desaparición de toda una familia.

La desaparición de la familia Villaseñor, ocupó los espacios de noticias de todo el país y más allá de nuestras fronteras durante casi dos semanas, desde que se conoció la noticia, primero a través de las redes sociales, y ya después en los diversos medios informativos que dieron gran vuelo al tema, reportando todo lo referente a esta desaparición forzada registrada el 24 de marzo cuando regresaba la familia de vacacionar por la Ciudad de México.

Las autoridades estatales emprendieron una búsqueda “sin descanso” en distintos municipios del estado y tras un fuerte despliegue de seguridad, se logró encontrar la madrugada del pasado viernes a la madre, el padre, la tía y el hijo de la tía, “sanos y salvos”.

El fiscal de la entidad, Gerardo Octavio Solís Gómez, señaló que Jimena Romo de 24 años de edad, Julio Villaseñor de 35 años y Virginia de 23 años, hermana de Julio y su hijo Iker de 9 años fueron liberados en una gasolinera en la Laja, en el municipio de Zapotlanejo, Jalisco. Un día antes, en el municipio de La Barca, también en esta entidad, fue puesta en libertad la pequeña Julia, de un año y seis meses de edad. 

Días antes de la liberación de la familia 7 policías del municipio de Acatic fueron detenidos por estar presuntamente relacionados con la desaparición de la familia quienes a decir de las autoridades participaron de forma directa, por lo que ya han sido vinculados a proceso por los delitos de desaparición forzada de personas y desaparición de personas agravada. 

“A través de un comunicado se informó que luego de obtener información de que el vehículo en el que viajaba la familia se ubicó por última vez en el municipio de Acatic, las labores de localización se trasladaron a dicho lugar en donde se obtuvieron pruebas de la posible participación de los policías municipales.

Además de la vinculación a proceso, la autoridad ordenó prisión preventiva durante un año para cada uno de los policías”.(El Universal11/04/21). 

Ahora bien, todo podría hacernos indicar que nos encontramos ante una historia que cierra con un final feliz y que el tema ha quedado resuelto, pues la familia Villaseñor -completa y sana-, se encuentra de regreso en su hogar y hay siete policías que estarán tras las rejas por lo menos un año en lo que se desahoga la respectiva investigación. 

Pero de ninguna manera se puede cantar victoria o pensar que se trata de un hecho aislado el que malos policías incurran en conductas delictivas. Por ello, ahora más que nunca se hace propicio que las autoridades de todos el país volteen hacia adentro de las instituciones policiales para revisar este tema. 

Como ya lo he venido señalando, un mal elemento puede contaminar toda una organización y puede hacer fracasar operativos estratégicos. Las pruebas de control de confianza no son un castigo para quienes son sometidos a ellas, se trata de un mecanismo para identificar habilidades y destrezas, pero también situaciones que pueden ser de vital importancia a fin de reconocer a aquellos elementos que incumplen con los requisitos indispensables que deben cubrir quienes se desempeñan en la función policial. Si se tolera la presencia del hampa dentro de las fuerzas del orden entonces se toleran las complicidades y la corrupción.  

De nada sirve crear nuevas instituciones de seguridad y/o corporaciones policiacas, contratar nuevos elementos, e incrementar salario a policías, si no se lleva a cabo una depuración a fondo a través de los sistemas de control de confianza ya mencionados, de honor y justicia, si no se cuenta con el servicio policial de carrera, si no se castiga la impunidad, y si no se tipifican nuevos delitos para sancionar de manera ejemplar innovadoras conductas delictivas.

La depuración de los cuerpos policiacos es un tema urgente, como urgente es pacificar e intervenir áreas conflictivas que las autoridades de los diferentes niveles tienen con seguridad ya detectadas como focos de infección criminal.

Lo procedente es ir por ellos para evitar que sigan contaminando al interior de las instituciones y atentando contra la sociedad que es a la que debieran proteger. Esos malos elementos que están entorpeciendo, enturbiando y ponen en riesgo los operativos al estar coludidos para frustrar el éxito de los mismos deben salir inmediatamente de las dependencias.

Otro tema importante es poner en marcha lo antes posible el servicio policial  de carrera.

Los Gobiernos no pueden intentar salir al paso de un problema tan grave como es la inseguridad queriendo solucionar un cancer con aspirinas; es ofensivo que para un tema fundamental del que ya se ha hablado bastante como es la infiltración de uniformados que le trabajan al crimen organizado se pretenda resolver solo incrementándoles el sueldo cada que se le ocurre a la autoridad ya sea por quedar bien con ese gremio o por decir que se está haciendo algo. 

Se les debe apoyar realmente con un sistema no solamente de carrera policial sino que debe haber un esquema real, eficaz de honor y justicia; honor es darle respaldo, apoyo, equipamiento, herramientas, capacitación, actualización, fortaleza y  encomiar la labor de los buenos policías pero también se tiene que ser más severos en las sanciones a los malos elementos.

Es pues urgente en el caso del tema que nos atañe, seguir adelante y hasta sus últimas consecuencias contra estos malos policías que con seguridad no son todos los involucrados en la captura de la familia Villaseñor. 

“En Jalisco y en México tenemos un problema enorme de infiltración en nuestras policías y quien no lo quiera aceptar me parece que quiere tapar el Sol con un dedo”, así lo dijo el gobernador Enrique Alfaro, cuando reconoció el problema. 

Es necesario exigir la más amplia y expedita depuración de los cuerpos policiacos y que dicha acción sea a fondo no solo cosmética. Al mismo tiempo, exigir al gobierno federal haga lo propio; requerimos de una policía confiable, no de una policía temible.  

Hay que dejar claro que la infiltración del crimen organizado en las corporaciones policiacas no es un asunto exclusivo de Jalisco. Quizá la diferencia con otras entidades del país sea que aquí lo ha reconocido al menos en una ocasión el gobernador del estado, y es de esperar que se actúe en consecuencia. 

Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

 

violeta

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