Si alguien aún creía que las leyendas de terror pertenecen al pasado, Tepic tiene una lección inesperada. En la capital nayarita conviven mitos coloniales de 400 años con historias paranormales “modernas” que nacen en redes sociales, grupos de WhatsApp y conversaciones de madrugada. Lo interesante es que ambas capas coexisten, se alimentan mutuamente, y han generado un ecosistema donde lo viejo y lo nuevo del miedo funcionan como una sola tradición viva.
El paisaje del miedo: de los templos a los smartphones
Tepic es una ciudad donde la geografía física y la digital se solapan en la narrativa del miedo. Mientras que el centro histórico guarda referencias a leyendas de hace tres o cuatro siglos —templos, conventos, espacios donde ocurrieron ejecuciones o “milagros”—, las nuevas generaciones reinterpretan esas historias a través de plataformas que las aceleran, transforman y descontextualizan.
Un adolescente en 2025 que nunca ha entrado a un archivo histórico puede enterarse de la leyenda del Padre Decapitado de Ixtlán de Río por un video de TikTok, lo que antes requería que viajara al pueblo o que un abuelo se la contara en la cocina. El efecto es paradójico: estas historias antiguas cobran nueva vida, pero también se “modernizan” involuntariamente, adquiriendo detalles cinematográficos, dramatizaciones y una circulación masiva que sus versiones originales nunca tuvieron.
La Siguanaba: la evolución de un mito latinoamericano en Tepic
Pocos nombres asustan tanto en Nayarit como el de la Siguanaba, aunque el nombre es menos importante que la descripción: una mujer de blanco, extraordinariamente hermosa, que aparece en carreteras solitarias y barrancos. El giro de terror llega cuando la víctima (siempre un hombre, según el mito) intenta acercarse o tocarla, y descubre que su rostro se transforma en algo no del todo humano: cara de caballo, o desfigurada, o la cara de la muerte.
Versiones antiguas y modernas
La leyenda tiene raíces profundas en Centroamérica y el área andina, presente en El Salvador, Nicaragua y otros territorios. En Tepic, la historia probablemente llegó con migrantes internos durante el siglo XIX o principios del XX, pero se adaptó a la geografía local: aparece en el Cerro de San Juan, en las barrancas cercanas a El Pichón, en la carretera federal hacia la costa.
Lo que ha cambiado es el mecanismo de transmisión. En versiones orales antiguas, la Siguanaba advertía sobre el peligro de alejarse de los caminos conocidos o de buscar encuentros en lugares inhóspitos. Hoy, en redes sociales, la narrativa se ha vuelto más cinematográfica: los videos muestran ilustraciones digitales de la mujer transformándose, música ominosa, testimonios de “víctimas” que probablemente nunca existieron. Algunos usuarios de TikTok incluso han intentado “convocaciones” —rituales digitales para invocar al espíritu— que mezclan el folklore con las prácticas de “acoso paranormal” popularizadas por plataformas de contenido sobrenatural.
Claudia la desdichada: una historia que nació en Tepic y se globalizó sin que nadie lo notara
La leyenda de Claudia es de origen tipicamente tepicense y probablemente data del siglo XIX. Cuenta que un padre, tras perder a su hija pequeña Claudia, la enterró en el jardín trasero de su casa. Lo que comenzó como duelo se convirtió en horror: el padre comenzó a escuchar ruidos extraños, voces que emitía su hija cuando subía las escaleras, objetos que desaparecían, puertas que se abrían solas.
Cuando el padre revisó fotos que había tomado en la casa, Claudia aparecía en ellas, jugando con el peinador, incorporeal pero visible. La casa se convirtió en algo imposible de habitar: cada familia que la rentaba o compraba reportaba lo mismo, hasta que finalmente fue abandonada. Los vecinos afirman que todavía hoy, quien observe la propiedad en ciertas condiciones de luz, puede ver a una niña pequeña peinándose en la ventana del segundo piso.
De leyenda local a fenómeno digital
Lo fascinante de Claudia es cómo se transformó. Hace una década, era una historia que se contaba en Tepic, con variantes locales sobre cuál era exactamente la casa. Hoy, versiones de Claudia aparecen en canales de YouTube de terror paranormal mexicano, algunos con millones de visualizaciones, frecuentemente sin crédito a Tepic como punto de origen. La historia ha sido “importada” a otros estados, adaptada a otras ciudades, reinventada en podcast de horror.
Esto refleja un fenómeno más amplio: las leyendas urbanas digitales pierden su anclaje geográfico y se vuelven “portables”. Una historia de Tepic puede ser consumida por alguien en Monterrey o Guadalajara, quien la readapta a su contexto local, generando versiones híbridas que circulan sin referencia al original.
El Panteón Hidalgo: frontera entre lo histórico y lo contemporáneo
El Panteón Hidalgo de Tepic es quizá el lugar donde las capas de miedo se superponen más visiblemente. Allí circulan al menos dos leyendas que ilustran la diferencia entre el horror antiguo y el moderno.
La niña convertida en piedra
La más antigua cuenta que hace generaciones una madre amenazó a su hija desobediente con convertirla en vieja si no se portaba bien. La niña, en rebeldía adolescente o infantil, llegó al panteón y fue petrificada en forma de una estatua de piedra que aún puede verse. Es una leyenda de castigo y obediencia, típica de la moralidad decimonónica.
Teresita: la obsesión romántica que no muere
Más reciente (probablemente del siglo XX) es la historia de Teresita, una mujer que se enamoró de un charro llamado Juan. Juan la abandonó, Teresita enloqueció vagando por las calles. Años después, cuando Juan regresó, ella lo asesinó en un acto de pasión. Desde entonces, el espíritu de Teresita merodeala entrada del panteón, particularmente en la Calzada del Panteón e Hidalgo, buscando venganza o quizá a Juan.youtube
La diferencia es reveladora: mientras que la niña de piedra es una fábula moral sobre la obediencia, Teresita es un drama pasional que tiene el tono de las tragedias románticas del siglo XIX mexicano. Y hoy ambas conviven en TikTok al lado de testimonios de “avistamientos reales” grabados con iluminación de celular, generando una experiencia donde lo antiguo y lo contemporáneo son indistinguibles para el consumidor promedio.
Los túneles bajo la Catedral: conspiración histórica o leyenda urbana moderna
Quizá ninguna leyenda de Tepic encarna mejor la confusión entre lo posiblemente histórico y lo puramente legendario que la de los “túneles bajo la Catedral”.
La versión antigua
Según relatos documentados hace décadas, existirían pasadizos subterráneos que conectaban el convento de la Catedral con otros edificios religiosos de la ciudad, incluyendo conventos de monjas. La función oficial era “seguridad” o “escape en caso de persecución religiosa”. Pero la leyenda dark sugiere otra cosa: que los sacerdotes usaban los túneles para acceder a las monjas en secreto, y que cuando resultaban embarazos no deseados, los bebés eran “emparedados” (literalmente murados vivos) en las paredes del túnel para esconder la evidencia del pecado.
Hace varios años, durante obras de construcción del Nodo Vial de Tepic (una rotonda subterránea para tránsito vehicular), trabajadores reportaron haber encontrado restos de estructuras antiguas que coincidían con la descripción de los túneles. Algunos testimonios —nunca completamente verificados— sugieren que se hallaron restos óseos que podrían ser consistentes con la leyenda del emparedamiento. La Diócesis nunca ha confirmado estas historias de forma oficial.
Lo que sucedió entonces fue que una leyenda urbana antigua, débilmente fundamentada en posibles hechos históricos, fue “revivida” por eventos contemporáneos que parecían darle credibilidad. Redes sociales amplificaron la idea de que “finalmente se encontraba la prueba”, cuando en realidad lo único que existía era la plausibilidad.
La puerta del Cerro de San Juan: el viaje temporal como miedo moderno
Una de las leyendas más enigmáticas de Tepic es la de la “Puerta del Cerro de San Juan”, un sitio donde, según se afirma, existe un portal temporal. La historia cuenta que personas que entran a esta zona experimental desaparecen durante lo que ellos perciben como poco tiempo, pero cuando emergen, han pasado 10, 15, o más años en el mundo exterior. Sus familias han envejecido, sus hijos se hicieron adultos, todo cambió.youtube
Análisis de la estructura moderna
Esta leyenda es interesante porque no tiene un patrón claramente medieval o colonial. Su estructura se parece más a la ciencia ficción moderna: viajes temporales, distorsión del espacio-tiempo, la angustia contemporánea de perderse en el tiempo digital. Es posible que sea una leyenda que nació en los últimos 20-30 años, cuando la ciencia ficción se popularizó masivamente en México a través del cine y la televisión.
Cómo se propagan: del café de barrio a los algoritmos
La transmisión de estas historias ha cambiado radicalmente. Hace una generación, las leyendas de Tepic se transmitían en cafeterías de barrio, en plazuelas, en grupos de amigos esperando en la parada de camiones. El narrador original tenía control sobre la versión: podía ajustar detalles, responder preguntas, detectar incredulidad.
Hoy, la arquitectura de la difusión es distinta. Un video de 60 segundos en TikTok puede alcanzar 500 mil visualizaciones en una semana. Los algoritmos favorecen versiones más dramáticas, aterradoras, sensacionalistas. Los creadores de contenido, frecuentemente sin conexión directa a Tepic, reformulan las historias para maximizar engagement. El resultado es una “genericización” del miedo local: historias que pierden especificidad geográfica pero ganan alcance global.
La pregunta que persiste
¿Son estas leyendas urbanas modernas más “verdaderas” que las antiguas porque tienen más testigos digitales? ¿O son menos auténticas precisamente porque su autenticidad ya no importa, porque el contenido es el mensaje?
Para el habitante actual de Tepic, la respuesta es probablemente pragmática: estas historias funcionan. Generan comunidad, ofrecen una narrativa compartida sobre el territorio, alimentan una identidad colectiva donde lo sobrenatural es una característica más de vivir en la capital nayarita.
Y quizá eso sea lo realmente moderno: no que descreyamos en los fantasmas, sino que hemos aprendido que los fantasmas se adaptan. Ayer fueron de haciendas y conventos. Hoy viven en barrancos y panteones, pero principalmente en servidores y algoritmos, donde nunca mueren del todo.



