Sabemos que por sistema, la memoria de un héroe se festeja el día de su nacimiento o en la fecha que realizó su mayor hazaña, llámese la consumación de una conquista o descubrimiento, una batalla importante o propiamente el día de su natalicio, con las advocaciones de la Virgen estas se recuerdan el día significativo de sus aparición, pero en un santo la situación es un poco diferente; en la casi totalidad de los casos se les venera justamente el día de su muerte, y por qué de esto, pues porque justamente es el momento cuando nacen a la otra vida, a la vida eterna producto de ese peregrinar virtuoso y humano que llevaron durante su existencia terrenal.
Así dando un repaso en la agenda encontramos que en los próximos días se acerca una fecha no solo de importancia para el santoral del mes de enero, sino también en el ámbito de la Educación porque este 31 de enero se recuerda a San Juan Bosco, más conocido como Don Bosco cuya vida y obra dedicada muy especialmente a los jóvenes dejo un legado imperecedero conocido como El Sistema Preventivo donde guiaba a los adolescentes a prevenirse de los peligros a que puede estar sometido y orientarlo a dirigir su vida hacia u rumbo y un futuro mejor.
Este personaje de origen italiano que desarrollo su vida en las regiones del Piamonte especialmente en Turín durante el siglo XIX provenía de una familia humilde que lo llevó a desempeñar desde chico una gran cantidad de oficios para ganarse la vida, así como conocer a jóvenes que desde corta edad habían tomado el camino equivocado y llevaban una vida licenciosa con efectos negativos para ellos y la sociedad.
Desde muy pequeño San Juan Bosco tuvo algunos sueños reveladores en los cuales destaca el conocido como “el sueño de los nueve años” un sueño premonitorio que se ha señalado como la descripción de lo que sería su misión entre los jóvenes más necesitados, una parte del texto es la siguiente: “Cuando tenía nueve años, tuve un sueño… ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos algunos de ellos decían groserías y se insultaban en forma violenta, yo me lancé hacia ellos golpeándolos con mis puños, fue entonces cuando apareció un personaje que me dijo: <
Este sueño marcaría su vida, a la edad de 20 años ingresa al Seminario de Cheri ordenándose sacerdote en 1841 y enviado a Turín donde por tres años más reafirmó sus estudios de Teología, sacerdocio y predicación teniendo oportunidad durante este período de constatar la gran cantidad de niños y jóvenes que vivían en las calles o que eran vilmente explotados en trabajos excesivos e injustos fruto de las consecuencias de una revolución industrial y de las guerras napoleónicas de la época; así fuerte y robustecido en su espíritu y con un corazón humilde enternecido por el dolor de ver el camino tomado por seres en la flor de su edad, comprendió perfectamente aquél sueño de los nueve años, que le señalaba cuál debía ser su vocación.
Renunciando a un ambiente de lujo y comodidad que lo pudo tener, Don Bosco se dio a la tarea de atraer hacia él a todo aquel niño en condiciones de orfandad física y espiritual y se empezó a abrir camino en una senda difícil y hostil, porque el trayecto no fue sencillo requirió de gran dinamismo, perseverancia pero sobre todo amor, en efecto ya no fue con los puños ni con la violencia, la frase que privaba en aquellos tiempos de “la letra con sangre entra” fue cambiada a “se gana más con una gota de miel que con un barril de hiel” siguiendo la máxima de ejemplo, disciplina, orden y enseñanza transmitida con amor, teniendo al estudiante activo con algún oficio como aquellos que Bosco tuvo que aprender en su infancia para ganarse la vida, con estímulos, con referencia y corrección hacia las faltas cometidas siendo claro en los principios y en las normas, y de igual manera una importante devoción y práctica de los sacramentos.
En muy poco tiempo su obra había crecido y era un modelo de trabajo que fundamento las bases educativas de aquella mitad del siglo XIX convirtiéndose en una herramienta poderosa en la formación de grandes generaciones que ha trascendido en la Orden Salesiana y de María Auxiliadora.
El legado de Don Bosco es atemporal ya que es tan actual como en aquellos años, cierto los avances en la Didáctica son muy diferentes y cambiantes, así como la manera de desarrollar la Pedagogía, pero así cambien los factores externos, las cosas materiales deseadas y los números de los años, el alumno que llega a nuestras aulas tiene la misma edad y su alma requiere de lo mismo de aquellos niños huérfanos o desamparados, por eso hoy sigue vigente ese Método Preventivo de Don Bosco.