La reciente consulta popular del pasado domingo uno de agosto, la primera que constitucionalmente fue organizada con toda la expertis y profesionalismo que el Instituto Nacional Electoral sabe imprimir a sus tareas y actividades. Se reflejó en el despliegue de más de 57,087 mesas receptoras de voto, pero también por saber aglutinar la voluntad de miles y miles de ciudadanas y ciudadanos (285,450) que gustosamente se unieron para formar el funcionariado que una vez capacitado por la institución, presidieron y operaron las mesas receptoras de la consulta popular y que se ubicaron por todo el territorio nacional.
El escrupuloso apego técnico del Instituto Nacional Electoral para organizar comicios, se puso de manifiesto, lo que posibilitó la realización de una ejemplar jornada, pacífica y excelentemente organizada, con protocolos claros y robustos de bioseguridad, frente a la enfermedad pandémica de COVID-19.
Este domingo, estuvo una papeleta esperando a cada una de las personas que se encuentran inscritas en la lista nominal de electores (93,671,697), en la mesa receptora más cercana a su domicilio, con los ciudadanos funcionarios dispuestos a recibir la voluntad popular de sus vecinos y familiares, en el horario de las ocho de la mañana y hasta la seis de la tarde, para posteriormente realizar el escrutinio y cómputo de la consulta, en la mesa receptora, y proseguir con el traslado del paquete correspondiente a la sede distrital correspondiente.
Los sistemas de monitoreo y seguimiento de la consulta que el INE implementó, permitieron en el transcurso de la jornada, dar cuenta de los incidentes que se presentaron y diligentemente fueron atendidos para su solución, y permitir el flujo de votación con la mayor normalidad posible.
El conteo rápido implementado hizo posible que, en las primeras horas de la noche, el Consejero Presidente Lorenzo Córdova, diera a conocer con una precisión matemática las tendencias y el porcentaje de participación, imprimiendo mayor certeza y confiabilidad al ejercicio democrático de la consulta directa a la ciudadanía en, temas trascendentes para la sociedad mexicana.
Operativa, organizativa y logísticamente, la consulta resultó un éxito. Las actividades y acciones se efectuaron cronométricamente, logrando no solo recibir la participación y dar a conocer tendencias en horas tempranas, sino que 27 horas después del cierre de casillas, se culminó con el cómputo y recuentos, que en su caso, hubo en los 300 distritos del país, dando con ello como concluida la etapa de resultados.
Capítulo aparte merece el análisis de la participación ciudadana y su verdadero significado, pues puede tener muy diversas lecturas, según las perspectivas e intencionalidades que pueden existir detrás del análisis que se emprenda.
Todo empezó en el otoño de 2020, cuando ante el fracaso del partido oficial y del gobierno federal, al tratar de involucrar a un número suficiente de ciudadanía, para que firmara adhesiones a una propuesta de pregunta para utilizarse como eje de una consulta popular, el propio Presidente de la República, envió al senado una pregunta que más o menos estaba formulada en los siguientes términos: ¿Está de acuerdo o no con qué autoridades competentes con apego a las leyes y procedimientos aplicables, investiguen en su caso y sancionen la presunta comisión de delitos de los expresidentes Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña; antes, durante y después de sus respectivas gestiones?
La pregunta propuesta por el presidente la República propició inmediatas reacciones de los más respetables juristas y expertos constitucionalistas del país, quienes coincidieron en señalar que dicha pregunta sería violatoria de los derechos humanos y, al considerarse anticonstitucional la pregunta e insistirse en consultar en esos términos, se estaba dejando de lado la presunción de inocencia y la determinaciones constitucionales acerca de cuándo y cómo se puede procesar a una persona, alejándose de considerar los requisitos que se requieren, y acerca de las autoridades que conforme al recto derecho podrían intervenir.
Posteriormente, en la Suprema Corte de Justicia la Nación, se determinó que la materia de consulta solicitada por el presidente era constitucional, pero se cambió la pregunta, para evitar que se volviera un juicio sumario, dejándola en los términos que se plasmó en las papeletas utilizadas en la jornada de consulta popular, el pasado domingo.
Es digno de señalarse, que, en ese momento, ante la redacción confusa de la pregunta finalmente aprobada por la Suprema Corte, y al percatarse de lo complejo de explicar a la población el objetivo, el Presidente y su partido se enfocaron en el proceso electoral en curso, retomando la consulta y su pregunta a partir de los días siguientes a las elecciones ordinarias del 6 de junio.
Al reconocer que la pregunta era difícil que la ciudadanía pudiera entenderla, empezaron sus promotores una campaña de descalificación contra el Instituto Nacional Electoral, buscando con ello, desprestigiarlo y utilizar la consulta, como herramienta para legitimar la administración y curarse en salud ante la inminente consulta, que ya se avizoraba con baja participación.
Concomitante con la campaña de golpeteo al INE desde el centro del poder federal, utilizando recursos de origen no transparente, ni permitidos por la ley, una campaña nacional con promocionales e impresos con las fotografías de los expresidentes y con la mentira de que trataba de iniciar un juicio a los mismos que podría llevarlos a prisión.
Los visos de propaganda engañosa emprendida, para tergiversar el sentido de la pregunta redactada por la Suprema Corte, enrareció el panorama hacia el día programado para la consulta, y el debate público se polarizó entre los diversos partidos políticos, creando una perspectiva maniquea de los objetivos de la consulta.
El resultado fue la participación de 6,663,208, mexicanas y mexicanos, justamente el 7.11 % de las personas inscritas en el listado Nominal, mismo que es de 93,671,697, no son los números los que le imprimen éxito o trascendencia al ejercicio democrático emprendido, sino el hecho de que se llevó a cabo por primera vez en nuestra historia democrática y que ha llegado para quedarse el consultar a la población, que ofrece muchas áreas de oportunidad, para emprender una mejora continua del procedimiento y así reforzar el avance democratizador.
La mezquindad oficialista se hizo presente una vez que transcurrió la jornada de consulta popular, pues el partido en el poder se dedicó a descalificar y escatimar en primer lugar al Instituto Nacional Electoral, buscando magnificar cualquier incidencia de la jornada realizada y utilizando para ello las mentiras, además buscando con ello apropiarse de los resultados de la participación como si todos los electores que participaron en la consulta fueran simpatizantes de su partido, negando el esfuerzo realizado por la autoridad electoral y por la ciudadanía que capacitó y participó, cuidando y operando las mesas receptoras de consulta popular.
La lectura que hacemos a los resultados son los siguientes: la opinión altamente mayoritaria por el Sí, 97.72 % representa el sentir nacional por que no exista impunidad, ni ayer ni hoy ni mañana, ni de la izquierda, ni la derecha ni el centro, por lo que bajo ninguna circunstancia puede atribuirse como logro de ningún partido y mucho menos de ningún gobierno. Este sentir ciudadano, no es de hoy, ni a partir de la consulta, es parte del hartazgo que ha llevado al electorado mexicano a explorar con tres alternancias presidenciales en el presente siglo, en busca de opciones políticas que actúen en consecuencia y resuelvan los grandes problemas nacionales.
Por qué no acudieron más personas a participar en la consulta popular; es una respuesta que tiene varias causales.
La primera razón fue que a las y los mexicanos no nos gustan las confrontaciones y divisiones maniqueas de la realidad nacional ni el golpeteo permanente, como instrumentos de proselitismo político.
Otros grandes segmentos, probablemente se percataron que se les estaba engañosamente llevando a participar por una pregunta que no venía en la papeleta y con mentiras encaminadas a que el ejercicio de consulta sirviera como instrumento para legitimar el régimen, lo que desmotivó su ímpetu de participación, esto se pone en evidencia al revisar la baja participación en las entidades del occidente y noroeste del país, principalmente.
El tercer factor más relevante que llevó a una baja participación, fue el temor valido, a la posibilidad de contagios, al conocerse que el semáforo epidemiológico del COVID-19, se encuentra al alza en la mayoría de las ciudades y entidades del país, lo cual es comprensible ante la contundencia esperable de las respuestas esperadas.
Sorprendente resulta que algunas, aunque escasas participaciones, fueron por el No, 1.55%, lo cual nos habla de segmentos del electorado que consideraron relevante expresar su no apoyo a una consulta que corre el riesgo de contribuir a profundizar fracturas y distorsiones del tejido social, lejos de inducir acciones para la unidad y armonía de las y los mexicanos.
Venturosamente, para la sociedad mexicana, esta consulta sí fue organizada por el que ha sido considerado el mejor órgano electoral del mundo, aunque exista campaña para denostarlo y disminuir su credibilidad.
¡Hasta la próxima! Y muchas gracias por sus comentarios.
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