Conmoción ha provocado entre la sociedad católica, la muerte del sacerdote de la Prelatura de Del Nayar, el franciscano Juan Antonio Orozco Alvarado, quien era originario de Monclova Coahuila y que el pasado sábado perdió la vida al quedar en medio del fuego cruzado cuando dos grupos delictivos se enfrentaban entre si.
De acuerdo a los primeros reportes de las autoridades eclesiásticas del Estado de Nayarit, el ahora fallecido se dirigía a celebrar una Eucaristía en la comunidad de Tepehuana de Pajaritos, localidad que se ubica entre los limites de los estados de Zacatecas y Durango.
El padre Rafael Luquín López, vicario de la Catedral de Tepic, lamentó que la violencia que se vive en el país siga cobrando vidas de gente inocente:
“Y de tantos mexicanos que a partir de la realidad de violencia que se vive desde hace muchos años en nuestro país y que continúa creciendo se sigan perdiendo vidas”.
Comentó que es tarea de todos erradicar la violencia que actualmente se vive en nuestro país, pues dijo que no es posible que todos los días mueran seres humanos que NO estaba involucrado en actos ilícitos: “reflexionemos… algo tenemos que hacer todos, algo tiene que hacer gobierno, algo tenemos que hacer nosotros como iglesia, las familias, la sociedad en general, porque no podemos permitir que continúe la violencia”.
Rafael Luquín refirió que es en el seno familiar donde se imparten los valores morales, la unidad familiar y el perdón:
“Para no dar paso a la sed de venganza, tenemos que promover la justicia que sea la autoridad quien tenga que hacer las investigaciones oportunas y hacer justicia.
Pero también nosotros debemos de ser sembradores y constructores de paz, de manera que desde los mas pequeños a los más grandes podamos cambiar la forma en cómo reaccionamos ante los demás”.