Algo tan cotidiano como abrir un grifo y que salga agua para que podamos beber cuando tenemos sed o queremos lavarnos, es muy complicado para millones de personas que sufren las consecuencias de la escasez de agua en el mundo.
La escasez de agua se puede definir como el punto en el que el consumo de los usuarios afecta al suministro o calidad del agua, de forma que la demanda no puede ser completamente satisfecha.
El suministro de agua potable es fundamental para la salud, la industria y la agricultura. Según los datos del World Resources Institute (WRI) más de 1,000 millones de personas viven, en la actualidad, en regiones con escasez de agua y hasta 3,500 millones podrían sufrir escasez de agua en 2025.
Los países más afectados por la escasez de agua se encuentran en Oriente Medio y el Norte de África. Los cinco primeros países con mayor escasez de agua son: Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Qatar.
Existen diversas causas que producen la escasez de agua en el mundo, entre las que podemos destacar:
La contaminación. Nos referimos tanto a la contaminación de aguas dulces como a la contaminación de la tierra o del aire, ya que la contaminación se puede filtrar al agua y también puede afectar al aire.
La sequía. Debido a la emergencia climática se potencia la aparición o desarrollo de las sequías, que suponen que durante un tiempo prolongado no haya lluvia, por lo que causa escasez de agua tanto para el consumo humano como para los cultivos o la industria.
Uso descontrolado del agua. Tanto a gran escala, en las fábricas, como a pequeña escala, en nuestras propias casas, en algunas ocasiones malgastamos el agua y no recordamos que es un recurso escaso.
La escasez de agua en el mundo es un problema que puede aumentar y que produce consecuencias graves como las siguientes:
Enfermedades. La escasez de agua y la falta de sistemas de potabilización adecuados obliga a recurrir a fuentes de agua contaminadas que pueden provocar enfermedades. En base a los datos de la Organización Mundial de la Salud, se puede afirmar que el agua contaminada puede transmitir enfermedades como la diarrea, el cólera o la poliomielitis. La contaminación del agua produce más de 502,000 muertes por diarrea al año. Además, la falta de agua, puede producir deshidratación y generar ulteriores complicaciones.
Hambre. La escasez de agua puede afectar a la agricultura, la ganadería y la industria y, por lo tanto, producir escasez de alimentos y hambre.
Desaparición de especies vegetales. Las plantas necesitan una gran cantidad de agua para desarrollarse y cuando el agua escasea se secan y desaparecen.
Conflictos. La escasez de recursos está en el origen de numerosos conflictos en el mundo y supone el desplazamiento de las personas a otros países para encontrar lugares seguros en los que vivir.
La escasez de agua es un problema mundial que tiene consecuencias muy graves tanto para el medio ambiente como para las personas. Está en nuestra mano cuidar y no malgastar este recurso tan necesario para la vida. Los países en donde vive un cuarto de la población del planeta enfrentan un riesgo cada vez más urgente: la posibilidad de quedarse sin agua.
Desde India e Irán hasta Botsuana, hay diecisiete naciones en el mundo que ya tienen un estrés hídrico extremadamente alto, lo cual significa que están usando prácticamente toda el agua que tienen disponible, de acuerdo con datos del World Resources Institute.
Muchos de esos países de por sí son áridos; algunos están desperdiciando la poca agua que les queda. Varios dependen demasiado de aguas freáticas que deberían estar resguardando en casos de sequía.
En aquellos países hay muchas ciudades grandes y sedientas que han tenido escasez pronunciada en fechas recientes, incluyendo São Paulo, Brasil; Chennai, India, y Ciudad del Cabo, Sudáfrica, que en 2018 apenas pudo superar el llamado “día cero”, cuando todo el suministro iba a secarse por completo. El cambio climático agrava este riesgo. A medida que los patrones de lluvia se vuelven más erráticos, el suministro de agua se torna más variable. Al mismo tiempo, como los días se están volviendo más calurosos, se evapora más agua de las reservas justamente cuando hay una mayor demanda por esta.
Los lugares en estrés hídrico muchas veces tienen una doble maldición: São Paulo, por ejemplo, fue azotada por inundaciones un año después de que vivió una sequía prolongada. Chennai tuvo anegaciones fatales en 2015; ahora sus depósitos de agua están prácticamente vacíos.
Ciudad de México ha estado sacando sus aguas freáticas con tal rapidez que se está hundiendo, literalmente. Daca, la capital de Bangladés, depende de sus aguas subterráneas tanto para los residentes como para las fábricas de ropa que engullen agua, por lo cual ahora tiene que sacar el líquido de acuíferos a más de 100 metros de profundidad. Los habitantes indios de Chennai, acostumbrados a depender de las aguas freáticas, ahora se enfrentan al hecho de que ya no las hay. En partes de India y de Pakistán, los agricultores están drenando los mantos acuíferos para cultivos, como el algodón y el arroz, que implican un uso intensivo de agua. En 33 de las ciudades con más de tres millones de habitantes (con una población conjunta que supera los 255 millones de personas), los investigadores del World Resources Institute concluyeron que ya hay un estrés hídrico extremadamente alto, lo que tiene repercusiones para la salud pública y puede significar agitación social.
Para 2030, se prevé que la cantidad de ciudades en la categoría de estrés hídrico extremadamente alto aumente a 45 urbes, con casi 470 millones de personas afectadas. Hay mucho en juego para los sitios que enfrentan estrés hídrico. Cuando una ciudad o un país está usando prácticamente toda el agua que tiene disponible, una sequía puede ser catastrófica.
En 2018, después de una sequía de tres años, Ciudad del Cabo se vio forzada a tomar medidas extraordinarias para racionar el agua que quedaba en sus depósitos. La severa crisis no hizo más que aumentar el problema en una ciudad cuyos cuatro millones de habitantes compiten con los agricultores por los pocos recursos hídricos que hay.
Los Ángeles vive algo parecido. La sequía más reciente en la ciudad californiana terminó este año, pero el suministro de agua ahí no está a la par de la enorme demanda. Tampoco ayuda que hay una amplia tendencia a que la gente tenga piscinas en el patio trasero.
En Bangalore, una serie de años con poquísima lluvia exhibieron la muy mala gestión que la ciudad india había tenido del agua. Los muchos lagos que alguna vez adornaron la urbe y las áreas circundantes han sido tapados por construcciones o se han vuelto vertederos de desechos. Ya no son los almacenes para agua de lluvias que alguna vez fueron. Así que la ciudad tiene que buscar en lugares cada vez más lejanos de dónde sacar el agua para sus 8.4 millones de habitantes; buena parte de ese líquido se pierde en el camino.
El agua es un problema local y requiere de soluciones locales.
@salvadorcosio1