Hasta donde recuerdo, los problemas en el modelo educativo del país han existido siempre, han sido motivo de polémicas y de debates, temas como las mejoras a la infraestructura, las condiciones económicas de los profesores, el desarrollo adecuado de los planes de estudio, no han pasado de ser una promesa de campaña o de una visita de alguno político, la realidad de las escuelas en México es muy distinta a la que los gobernantes ven desde la comodidad de su escritorio.
El rezago educativo es algo de siempre, una historia sin fin, de mínimo desarrollo y que se acentúa, aún más, en las zonas rurales del país, aunque en las urbanas se palpa el mismo conflicto, situación que se ha negado hasta el cansancio por quienes diseñan e implementan las políticas públicas educativas, pero de esto, no son los únicos culpables de su fracaso.
La pandemia del covid-19 vino a mostrarnos algo que era por demás evidente, la educación en México tenía un sinfín de conflictos que estaban ocultos entre las paredes y los barrotes de las escuelas, en donde creíamos que los procesos de enseñanza caminaban adecuadamente, lugares en los dábamos por cierta la capacidad académica y de enseñanza de los profesores, espacios en donde asumíamos que se contaba con los requerimientos necesarios para que los jovenes se construyeran de manera adecuada y por esas creencias, por esa confianza, pero sobre todo, por nuestra irresponsabilidad de no inmiscuirnos como padres, quedándonos satisfechos con una nota positiva, sin establecer un juicio de si existían argumentos cognitivos que la respaldaran, tenemos estos problemas, y esto es igual en escuelas públicas que en las privadas, con la sola diferencia del precio para ocultar las deficiencias.
Hace un año en marzo de 2020 los chicos de todos los niveles educativos salieron de vacaciones sin saber que se despedían de un modelo presencial educativo que cambiaría por completo su forma de construirse académicamente, de desarrollarse socialmente y de comenzar a estudiar de una forma por completo desconocida para ellos, pero lo más grave, desconocida para sus maestros, quienes, en muchos casos, aún no se adecuan a la tecnología como medio de impartición de clases y eso ha propiciado que los jovenes los superen en ese tema.
Desde el inicio de la crisis, la educación o lo que pasara con ella y con todos los involucrados, fue algo que, al gobierno federal, simplemente no le importo, jamás se aplicaron medidas, programas o recursos para subsanar el problema de miles de familias que, de un día para otro, requerían de al menos un equipo de cómputo y una conexión a internet para poder seguir su proceso educativo, jamás se visualizó si los profesores contaban con esas mismas herramientas para impartir sus clases, nunca se hicieron análisis para tener claro si se contaban con los conocimientos mínimos tecnológicos para el desarrollo de estas actividades, sobre todo, entre los profesores, quienes el asunto generacional los ponía en desventaja tecnológica, debo de recalcar que lo primero era la salud de la población, la contención de la enfermedad y la mitigación de los impactos económicos que esto trajo, pero en paralelo, se pudo haber hecho mas.
Y así todas las escuelas, publicas y privadas, comenzaron a generar ocurrencias temporales que se hicieron permanentes a un año de esto, ocurrencias que aún siguen sin dar los resultados que se esperan para que los jóvenes se construyan adecuadamente en lo académico.
Hace unos días INEGI publicó resultados de una encuesta en la que midió el impacto del covid en la educación y mostro resultados que siguen dando elementos que ponen al descubierto el poco interés de las autoridades de gobierno por atender este tema.
El tema fundamental, sin duda, es el de las tecnologías, el 65.7% de los encuestados de 3 a 29 años y que se encontraban inscritos en algún nivel educativo, usan un teléfono inteligente para sus actividades escolares, el 18.2% una computadora portátil, apenas el 7.2 una computadora de escritorio, el resto utilizaron televisión o tableta, en todos los casos el porcentaje mayor de uso fue, exclusivamente, para estas actividades.
Sin embargo, la encuesta arroja que, en muchos casos, el instrumento tecnológico era compartido con otros miembros de la familia que también estudian o con los padres para sus actividades laborales, esto trajo como consecuencia que, de los 33.6 millones de estudiantes en el ciclo escolar 2019-2020, 738.4 no concluyeran sus estudios, siendo los niveles de primaria y secundaria los más afectados en este tema y reflejándose mayormente en las escuelas privadas.
De este alto número de jovenes que no concluyeron el año escolar, gran parte fue directamente por efectos del covid, como lo fue, perder contacto con sus maestros o no poder hacer tareas, falta de trabajo y en consecuencia de dinero, la escuela cerro definitivamente, carencia de esquipo de computo, desatención de los padres o tutores, pero el más grave y que creo nos seguirá afectando el hecho de que las clases a distancia son poco funcionales y este es el tema de fondo en el que se debía estar trabajando fuertemente.
Otro dato que es preocupante, es el hecho de que sean 5.2 millones de jovenes, que representan el 9.6% quienes no se hayan inscrito para el ciclo 2020-2021, motivado esto, por afectos del covid o falta de dinero, pero no hay que dejar de lado el hecho de que un alto porcentaje de jovenes hayan decidido cambiar a un modelo público y dejar la escuela privada ya que al momento no hay diferencia entre una y otra.
Muchos otros datos arroja este documento y todos desnudan las deficiencias de un modelo de políticas públicas educativas, las cuales, no ha funcionado por décadas, y que se ha evidenciado más, por estos tiempos y las circunstancias en las que vivimos.
El problema del modelo educativo no se va a subsanar en este año, sobre todo, porque es año electoral, y las pocas ideas que logran tener nuestros políticos están centradas en ese proceso y las decisiones, malas en casi todos los casos, se toman por cuestiones de presiones de dueños de escuelas a quienes ya les urge reactivar sus negocios educativos, sin importar el bienestar de los jovenes.
Es momento de asumir cada uno nuestra parte por el bien del futuro de nuestros hijos, fomentarles ese habito perdido de la lectura en casa, construirles una disciplina de autogestión de la educación, trabajar junto con ellos las dudas no resueltas por las escuelas que créanme, son muchas, los centros educativos deben de comenzar a trabajar en modelos de capacitación hacia sus maestros en cuestiones de tecnologías, de herramientas del conocimiento, de aplicaciones digitales, que les facilite la actividad, la parte directiva debe de asumir su función para lograr los medios que se requieren, con alumnos, familias y profesores para logar esto y, por supuesto, que los gobiernos de los tres niveles dejen de lado los presupuestos de campaña y apoyen la tecnificación de los hogares para lograr minimizar la deserción escolar.
Esta, es una chamba de todos, comprandamos que nuestros jovenes viven gran parte del dia frente a la pantalla, muchas de esas horas improductivas, se estan constuyendo con carencias de conocimiento que les afectara,no solo a ellos, sino a todos con el cambio generacional, que nos qude claro que, en la medida que resolvamos la diversidad de problemas que la educacion tiene y de los que todos somos responsables, estaremos creando profesionistas de alta calidad, mejores personas y quizas gobernantes que valgan la pena, no como los de nuestro presente de quienes haremos un analisis en la proxima entrega, pero claro,estosson solo pensamientos dichos… en voz alta.