He visto la cara de la muerte en personas cercanas; he visto la cara del dolor y del sufrimiento de seres queridos, de amigos, de desconocidos ante esta epidemia; he visto el rostro de cansancio del personal médico que pasa noches interminables tratando de salvar la vida de desconocidos; también he observado el rostro de desesperación de aquellos que “se la rifan” diariamente tratando de llevar el pan a casa en esta crisis que al parecer no tiene fin.
He visto tantas cosas, tanto dolor, tanta angustia que parece una pesadilla; pero lo que no he visto es la solidaridad de aquellos que nos pretenden gobernar; solo politizan la situación y parecen inmutables ante este azote que se asemeja a un “castigo de Dios”.
Los colores y las cifras se han vuelto irrelevantes comparados con la situación vivida por las familias, pero eso parece no importar a quienes pretenden gobernar; se aglomeran, se toman la foto de manera “responsable” con cubrebocas, poniéndose gel o saludando a la “distancia”; juegan con las necesidades de las personas con tal de conseguir un voto, llegar a ocupar “La Silla Grande”, pero no se dan cuenta que sin votantes, jamás lo harán.
No veo empatía hacia los comerciantes, ya sean ambulantes o establecidos; no veo que sean afín a los restauranteros que están al punto de la quiebra, no veo soluciones claras ante esta epidemia; así también, no veo avenencia entre la población, que en lugar de apoyarse, defiende a candidatos sin razón aparente; se percibe indiferencia, egoísmo con frases como “es mi cuerpo, yo decido si uso o no el cubrebocas”, “el Presidente no lo usa, ¿por qué debo usarlo yo?”; pues déjenme decirles, al Presidente ya le dio.
¿Necesitamos que suceda en nuestro círculo cercano para creer?, o ¿qué nos suceda a nosotros mismos?, la situación es para que seamos responsables por nosotros, por quienes nos rodean, dejar de ser egoístas y proteger a los demás, sé que ese discurso es muy repetitivo y que “todos” lo usan, pero, para que esperar a que nos pase y comenzar a realmente cuidarnos; también necesitamos estar apoyando a quienes ya lo tienen y no discriminarlos ni hacerlos menos, no sabemos la circunstancias por las cuales lo contrajeron, suficiente tienen con el temor de si mañana despertarán o no, como para “joderles” la existencia con discriminarlos.
La vacuna trajo esperanza, sí, pero también trajo relajamiento ante las medidas; también nos mostró que el egoísmo impera en la sociedad, junto con el “influyentismo” y “gandallismo”.Hoy hago ese llamado, a la conciencia, a la empatía, a la solidaridad; lo hago por aquellos que ya no tienen voz, por los vulnerables, por los cansados, los desempleados, por tus padres, tus hijos, por todos, necesitamos un esfuerzo colectivo, no tirones individuales.