No cabe duda que aquel dicho que dice: “una desgracia nunca viene sola”, se aplica a la perfección a los empresarios de la industria restaurantera, y a los pocos que sobreviven y luchan por salir adelante en medio de la crítica situación que todos estamos viviendo.
Primero fue el coronavirus, la pandemia que parecía algo pasajero, pero que en breve cumplirá un año de estar entre nosotros, el 18 de marzo del año pasado, se empezaron a tomar las medidas que parecían ser las conducentes para lograr estar fuera de todo contagio, así que se inició con la prohibición de abrir lugares en donde se congregara mucha gente, tales como casinos, bares y restaurantes, así que este fue el primer golpe para el sector de los alimentos preparados.
Luego se permitió que se vendiera en la modalidad de “sólo para llevar”, y posteriormente se permitió la entrada de un número reducido a los lugares de ventas de alimentos, en resumen estos empresarios, han batallado para seguir vivos.
Y como si las prohibiciones antes mencionadas no fueran suficientes para mandar a la quiebra a este sector de negocios, junto con estas contravenciones, se les vino otra más, que probablemente sea más terrible que la propia pandemia sanitaria, y es la plaga de corruptos, deshonestos, y vaquetones inspectores de la Procuraduría Federal del Consumidor, la PROFECO por su acrónimo, quienes andan desatados extorsionando a diestra y siniestra a los restauranteros, claro, asustándolos con el petate del muerto como buenos chantajistas, para asustarlos y lograr sacarles dinero.
La denuncia la hace Juan Topete, Coordinador del Consejo Empresarial de Nayarit, quien lamenta que por el cambio de sede de PROFECO a BADEBA,
existe un abandono en la ciudad de Tepic, lo que han aprovechado los vivales y chantajistas inspectores para visitar negocios y negociar a título personal las supuestas infracciones en las que habrían caído los empresarios.
“Se está generando un abuso total”, dice el dirigente JUAN TOPETE, quien señala que los inspectores llegan prácticamente asaltando, chantajeando, revisan hasta las esquinas del papel en donde se escriben los menús, para luego decir que están muy sucios, y que eso amerita una multa de hasta 25 mil pesos, o cierre del negocio, pero como ellos son buenos amigos, aceptan una aportación “voluntaria” de 3,5 mil o más cantidad, asegura el señor dirigente del Consejo Coordinador Empresarial, que incluso tiene grabaciones de esta corrupta práctica y de paso, le pide al delegado de PROFECO, DAVID HARO, que atienda este tema que deja tan mal parada a la famosa incorruptible cuarta transformación.
Dice el señor TOPETE, que todos los negocios están obligados a cumplir lineamientos sin embargo debe haber comunicación con el delegado, ya que debido a la represión que sufren los negocios, la recurrencia a los llamados moches, se está convirtiendo en una costumbre, y repite que existen grabaciones y fotografías de los inspectores, que en su momento podrían hacerse públicas pero es indispensable que la PROFECO atienda este tema, es grave ante el cambio de la sede parece que los inspectores al no tener a ninguna figura con quien reportarse, están haciendo su agosto, y de paso, quebrando negocios, sin olvidar amigos que estamos todos inmersos en la pandemia del COVID-19, y son tiempos de ayudar, auxiliar, no de matar…hasta mañana