No es de sorprender que el discurso de Joe Biden -breve pero sustancioso- haya estado dirigido al corazón de los estadounidenses, tan solo minutos después de haber sido investido como el cuadragésimo sexto presidente de Estados Unidos de América del Norte. Siendo un viejo político que se preparó durante 50 años para llegar a la Casa Blanca, sabía que había que reemplazar temas no menos importantes para el país, pero que ya tendrán su espacio, para abordar asuntos urgentes como frenar la pandemia, recuperar la unidad, y sanar heridas.
Frente a la nación y a los ojos del mundo entero, Joe Biden emitió un discurso en defensa de la democracia y dejó de manifiesto su propósito de unir al país con frases como:
“Es un día histórico y de esperanza, de renovación y resolución”.
“Celebramos el triunfo de una causa, la causa de la democracia. La democracia es preciada. La democracia es frágil. Y en este momento, mis amigos, ¡la democracia ha prevalecido!”.
“Estamos entrando en el período más duro y mortífero de la pandemia. Debemos dejar la política de lado y enfrentarla como una nación”.
“Pocas personas en la historia de nuestra nación han visto un momento más desafiante y difícil que el actual. Un virus se ha llevado tantas vidas en un año, como todas las vidas norteamericanas que se perdieron en toda la Segunda Guerra Mundial. Millones de puestos de trabajo se han perdido, centenares de miles de empresas han cerrado”.
“Tenemos mucho que hacer en este peligroso invierno. Mucho que reparar y mucho que sanar, mucho que construir y mucho para ganar”.
“La historia, la fe y la razón nos muestran el camino, que es el de la unidad. Debemos ver al otro no como adversario, debemos verlo como vecino”.
Seré el presidente de todos los estadounidenses”.
Así, con la serenidad que lo caracteriza, con las palabras justas en el momento adecuado, y con el don de imprimir en ellas la emotividad para generar la confianza que tanto precisa el lastimado pueblo estadounidense, Joe Biden se mostró ante la nación, brindando en cada uno de sus vocablos un bálsamo de esperanza de que en breve habrá de darse un nuevo comienzo bajo su égida.
Obligados por el contexto de vivir una pandemia, el protocolo se modificó en el acto de transferencia de mando celebrado este miércoles 30 de enero en el Capitolio de Washington DC.
El mundo presenció una ceremonia sobria como era lo conducente en momentos en que el pueblo estadounidense ha sufrido la pérdida de 400 mil personas víctimas de la enfermedad denominada Covid.
Los acostumbrados bailes y la tradicional marcha hacia el Capitolio estuvieron ausentes. No se vio una alegría desbordante. Todo ello se sustituyó con el sentido patrio, con la presencia de invitados indispensables como la del ya ex vicepresidente Mike Pence, los ex presidentes George Bush hijo acompañado de Laura Bush, Bill Clinton con su esposa Hillary, Barack Obama y Michelle, así como congresistas y senadores junto con otros pocos invitados entre ellos las familias de Biden y la vicepresidenta Kamala Harris.
Nadie extrañó la presencia del presidente saliente, Donald Trump, quien abandonó la Casa Blanca poco después de las 8 de la mañana, luego de que rechazara participar en la ceremonia de investidura rompiendo así con una tradición de más de cien años, ya que desde 1869, cuando Andrew Johnson se negó a estar en la investidura de Ulysses Grant, no había ocurrido que el presidente saliente no asistiera a la juramentación presidencial de su sucesor.
Hay que destacar una serie de simbolismos que se registraron durante la ceremonia; algunos propios del protocolo, pero también otros intencionales y unos más espontáneos:
Las 200 mil banderas en la explanada del Capitolio en representación de las personas que suelen acudir dieron el toque emotivo. Pero no menos fue la sentida interpretación de Lady Gaga al entonar el himno nacional portando un broche con la paloma de la paz en su vestido; Jennifer López, -en un guiño del nuevo presidente al pueblo latino que reside en aquel país-, hizo su presentación cantando “This Land is Your Land” y, sobre el final, también entonando un fragmento de “America the beautiful”, pieza musical en la que aprovechó para pronunciar las siguientes palabras en español: “Una nación, bajo Dios, indivisible con libertad y justicia para todos”.
Entre estos simbolismos hay que anotar también la nieve que comenzó a caer al momento que Kamala Harris rendía protesta como la primera mujer en asumir como vicepresidenta de aquel país, la primera afroamericana y primera también de origen asiático; así como el brillante sol que le sucedió para dar paso a la asunción de Biden como presidente, el Demócrata que durante tres décadas se desempeñó como senador y ocho años fungió como vicepresidente durante la era Obama.
Tanto la larga espera que debió aguardar Biden para llegar a la Casa Blanca, como la irrupción de Harris, son mensajes involuntarios pero que deben marcar un parteaguas para muchos estadounidenses en el sentido de que habitan en un país en el que se puede soñar y en el cual es posible alcanzar los sueños.
En tanto, el saliente presidente Donald Trump, se fue como quien ha cometido una falta grave y debe escapar a hurtadillas. Se fue de la mano de su esposa Melania y acompañado de su familia más cercana.
Su futuro ha quedado en manos del Senado estadounidense, que en los subsecuentes días habrá de votar si ratifica el juicio político aprobado por la Cámara de Representantes y lo deja impedido por lo que le resta de vida para volver a contender por un cargo público en lo que le reste vida, o si lo rechaza y le deja abierta la posibilidad de volver a postularse en 2024 por la presidencia de Estados Unidos de América del Norte, cómo sería su intención. Ya se verá en próximos días qué tanto está dispuesto el pelotón republicano a seguir defendiéndolo, siendo que se requieren 18 votos rojos para validar el impeachment.
En cuanto a las últimas acciones del polémico personaje antes de abandonar la Casa Blanca, hay que decir que, indultó a su ex asesor Steve Bannon, quien enfrenta cargos de fraude, y firmó perdones también para los raperos Lil Wayne y Kodak Black, así como para el ex alcalde de Detroit Kwame Kilpatrick y al menos otras 70 personas.
Trump recapituló que trabajó fuerte, “dejamos todo en la cancha. No podemos decir que pudimos haber trabajado más. Enfrentamos muchos obstáculos”.
“Vamos a volver de alguna manera”, amagó.
Joe Biden ha llegado al rescate después de que al menos 82 millones de estadounidenses le depositaron su confianza, aunque ha prometido que su compromiso es con todo el pueblo estadounidense. Desde anoche, el viejo político demócrata que esperó 50 años para que le llegara su momento de convertirse en presidente duerme ya en la Casa Blanca, sabedor de que su desafío es enorme y deberá comenzar por unir a un pueblo y sanar sus heridas.
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