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Herrera Valles: El comandante que advirtió a Calderón sobre García Luna y lo pagó caro

Olga Wornat y Jesús Lemus hablaron con "Infobae México" la historia del funcionario que alertó al entonces Presidente sobre los vínculos de García Luna y el Cártel de Sinaloa

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UN ARTICULO DE INFOBAE

Señor Presidente lo más preocupante para la Seguridad Pública de nuestro país es que el Ing. García Luna continúa sin dirección en la Policía, mintiéndole a usted y a la sociedad haciéndole creer en una coordinación entre PFP y AFI que no existe, siendo ampliamente comentado por los diferentes medios de comunicación, su pugna con el Secretario de Defensa Nacional y el Procurador General de la República”.

Esto, entre otras cosas, era lo que el comandante Javier Herrera Valles avisaba, mediante una carta fechada el 15 de febrero de 2008, al entonces presidente de México, Felipe Calderón, sobre su secretario de Seguridad Pública –y prácticamente mano derecha– Genaro García Luna. Con la misiva, el policía federal buscaba advertir al mandatario sobre las fallidas prácticas del “súper policía” así como la extraña relación entre ejecuciones de integrantes del crimen organizados con elementos de seguridad del Estado.

Los periodistas y escritores Olga Wornat y Jesús Lemus cuentan con detalle este episodio de la etapa en el poder de la dupla Calderón-García Luna. En sus libros, “Felipe, el oscuro” y “El licenciado” –respectivamente– ambos revelan los detalles del calderonato, su famosa guerra contra el narcotráfico y la mancha negra de Genaro García en la historia del país, quien ahora es juzgado en Estados Unidos acusado de vínculos con el narcotráfico.

Fragmento de la primera carta que envió Javier Herrera Valles al entonces presidente Felipe Calderón, en febrero de 2008 (Captura de pantalla)

Fragmento de la primera carta que envió Javier Herrera Valles al entonces presidente Felipe Calderón, en febrero de 2008 (Captura de pantalla)

Herrera Valles, de hecho, mandó dos cartas a Felipe Calderón, esa de febrero y otra en mayo del mismo 2008. En ambos documentos el objetivo era el mismo: advertir sobre la gestión de García Luna al frente de la seguridad nacional. Lo hizo en la creencia de que el entonces presidente no estaba enterado de nada de los manejos turbios de sus encargado de seguridad. Él contó detalles de esta situación a Olga Wornat, quien lo cita en u libro:

«No estaba afuera, no eran los narcos. Eran los de adentro. Eran García Luna y su gente que no solo estaban corrompidos, sino que habían armado un cártel adentro de la Secretaría de Seguridad Pública (…) Édgar Millán, quien un tiempo fue mi jefe, me dijo que no interviniera, que eran órdenes de arriba. “O te alineas con nosotros o prepárate para lo peor”. A partir de ahí tuve la seguridad de que habían conformado otro cártel adentro de la secretaría y sentí que tenía que actuar rápidamente»

Sin embargo, tal como detalla la argentina, el comandante no tuvo la respuesta que esperaba, sino todo lo contrario; lo dieron de baja de su puesto como coordinador de Seguridad Nacional de la entonces Policía Federal Preventiva. Además, comenzó a ser acosado y hostigado con amenazas. Meses después, el 18 de noviembre fue detenido violentamente acusado –mediante la famosa artimaña de García Luna de fabricación de testigos protegidos– de estar vinculado profundamente los Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa.

Incluso, Herrera Valles, según ha compartido al contar su historia, tuvo conocimiento en esas fechas de que un comando planeó asesinarlo en un restaurante cuando comía con su hermano Arturo y Anabel Hernández, periodista experta en temas del narcotráfico.

Jesús Lemus –como comentaba a Infobae México– también fue víctima de la misma injusticia que Herrera Valles: por andar difundiendo información que delataba la relación de García Luna con el narcotráfico, fue encerrado injustamente con acusaciones respaldadas por testigos fabricados.

Y mientras estaba encerrado en el penal de Puente Grande, Jalisco, escuchó como todo el caso del comandante Herrera era un montaje, de la propia boca de uno de los falsos testigos protegidos – y su compañero de prisión– que terminaron de hundir al comandante Herrera: Sergio Enrique Villarreal, el ‘Grande’.

No tenía empacho en reconocer ante la cofradía de presos que el gobierno le estaba “pagando por contar una novela de policías y ladrones”. Confesaba que a Herrera Valles ni lo conocía y que mucho menos sabía quién era ese comandante al que tanto odiaba el Licenciado.

Así relata Lemus en un fragmento de su libro, explicando que junto a otros testimonios inventados, el ‘Grande’ declaró que Herrera Valles recibía sobornos directamente del ‘Mayo’ Zambada, a cambio de recibir un trato preferencial mientras estaba en prisión. El trato que hizo con García Luna también incluía su extradición y entrada al programa de testigos protegidos de Estados Unidos.

Entonces Javier Herrera Valles fue setenciado a 10 años de prisión e inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos. Todo esto con la acusación de haber colaborado, desde su puesto en el Estado, con el Cártel de Sinaloa.

No obstante, logró tumbar todas las declaraciones en su contra, demostrado su inocencia, por lo que el 6 de septiembre de 2012 –tras tres años y nueve meses encarcelaldo– fue absuelto de todos los cargos. Mientras que el pasado 12 de julio, de este 2020, la Corte Interamericana de Justicia tomó la denuncia que Herrera Valles interpuso –12 años antes– ante ese órgano, para que se le otorgara la reparación de daños que sufrió por parte de Genaro García Luna y Felipe Calderón.

(…) salió de la cárcel federal de Tepic, donde —explicó— fue sometido a tratos de tortura por instrucción directa de García Luna, quien nunca le perdonó no haberse “callado el hocico” y haber alzado la voz para señalar su ineficiencia y corrupción, cuyo impacto se notó en la decadencia de la PFP (…), relata otro fragmento del libro “El licenciado”.

Mientras que, para la investigación de Olga Wornat, Herrera Valles reconoció: “Fui un iluso, un ingenuo, y creí en Felipe Calderón, pero resultó que era cómplice de García Luna y de su gente”. Aunque también reiteró a la periodista argentina: “No me arrepiento de haber enviado esas cartas”.

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