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Mancillado destino de Trump (primera parte)

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El futuro del magnate neoyorquino Donald Trump se ha reducido a pasar a la historia como el primer presidente de los Estados Unidos de América en ser removido del cargo en caso de que se invoque la Vigésimo Quinta enmienda; ser el primero en ser sometido a dos juicios políticos estando aún en funciones, o ser el primero en otorgarse el auto perdón que todavía algunos dudan en que pueda ser viable, pero que al parecer podría ser una puerta de escape si lo que busca ya en estos momentos en que pareciere cuelga una soga cerca de su cuello, es evitar caer en prisión. 

El vicepresidente del país vecinos del norte, Mike Pence, es quien tiene en estos momentos la posibilidad de definir el destino del todavía inquilino de la Casa Blanca. En las próximas horas habrá de definir si invoca la Vigésimo Quinta enmienda que implicaría la destitución del polémico mandatario y el ungimiento propio como presidente de la mayor potencia mundial por lo que resta de la actual administración (termina el 20 de enero de 2021), o en definitiva lo deja a su suerte para que sea la Cámara de representantes la que resuelva el futuro de este personaje a través de un segundo impeachment (juicio político), donde quizá esta vez no corra con tanta suerte como en el primer enjuiciamiento en que fue salvado por los senadores de su partido. 

Trump pudo haberse ido de la Casa Blanca sí, con una dolorosa derrota electoral cuando buscaba su reelección, pero lo habría hecho con cierta dignidad y devoro. Sin embargo, de todos es conocida su soberbia y su cerrazón para admitir un fracaso y en el pecado llevó la penitencia.

Su mal cálculo político lo tiene hoy al borde del abismo y su futuro inmediato es de pronóstico reservado tras los sucesos registrados el pasado miércoles en Washington, cuando después de un mitin en el que por enésima ocasión repitió a sus simpatizantes que el presidente electo Joe Biden le habían robado la elección, éstos se dirigieron furiosos al Capitolio para intentar tomar por asalto el Congreso mientras sesionaban los congresistas para ratificar el triunfo del candidato demócrata en la elección del 3 de noviembre, siendo que el ataque fue repelido por la seguridad del inmueble con saldo de 5 muertos, entre ellos un agente de la policía.  

Trump se encuentra frente a la horca y solo falta ver quién pateará el banco que lo sostiene; pues pareciere que no tiene escapatoria a menos que saque de la chistera un auto-perdón, o incluso una amenaza nuclear e intente apretar algún botón.  

Hay que decir que la Enmienda 25, por la que no pocos claman, requeriría que el vicepresidente Mike Pence y la mayoría del gabinete votaran para destituir al presidente, debido a su incapacidad para “cumplir con los poderes y deberes de su cargo”. Destituirlo requeriría un voto de dos tercios del Senado, que actualmente está en receso hasta después de la toma de posesión de Biden el 20 de enero.

En el caso de juicio político, este proceso podría continuar después de que Trump deje el cargo y, potencialmente es incluso más valioso que destituirlo mediante una enmienda porque le impediría ocupar un cargo público en el futuro. 

Por lo pronto, ayer lunes, ya “los demócratas de la Cámara de Representantes presentaron formalmente su resolución para acusar al presidente Donald Trump de «incitación a la insurrección» por su papel en los disturbios en el Capitolio.

«En todo esto, el presidente Trump puso en grave peligro la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones de gobierno», dice la resolución. «Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió con la transición pacífica del poder y puso en peligro a una rama del gobierno equivalente. De ese modo, traicionó su confianza como presidente, para agravio manifiesto del pueblo de Estados Unidos».

La resolución también citó la 14ª Enmienda de la Constitución, señalando que «prohíbe a cualquier persona que se haya ‘involucrado en una insurrección o rebelión contra’ Estados Unidos» de ocupar un cargo.

Cualquiera de las dos vías se trata de un paso sin precedentes; de hecho, ya hubo quienes, como la junta editorial de The Wall Street Journal, le han pedido a Trump que le evite al país otra pelea de juicio político y, en cambio, “se vaya en silencio”, argumentando que debe seguir el ejemplo de Richard Nixon.

Es procedente en este punto hacer una pausa para revisar qué es exactamente lo que quiso decir el prestigioso diario y en que consiste el auto perdón.

Ya hablábamos de sacar algo de la chistera, y esto podría ser un perdón que se auto otorgue el mandatario, quien según algunas versiones podría echar mano de dicho recurso como última alternativa de escape. 

Ahora bien, en un contexto normal, una de las actividades que emprenden los presidentes días antes de dejar el cargo es conceder indultos o conmutaciones de sentencias, y Trump no ha sido la excepción. En vísperas de Navidad, el mandatario anunció estos actos de clemencia para decenas de personas, entre las que destacan varios de sus aliados más cercanos, como Roger Stone o Paul Manafort.

En ese marco, algunos se preguntaron si el mandatario optaría por otorgarse a sí mismo un perdón presidencial preventivo para protegerse de cualquier proceso en su contra una vez deje el cargo y pierda la inmunidad que actualmente lo ampara.

En un ejercicio llevado a cabo por BBC Mundo los últimos días de diciembre pasado, el profesor en Derecho en la Universidad de Yale, Steven B. Duke, dijo que no sabía si Trump podría tomar esa opción ya que “nunca se ha intentado”. 

"No creo que lo vaya a hacer, honestamente. Si se perdona, virtualmente estará reconociendo que cometió un crimen federal", dijo.

Como apuntó el académico, ningún presidente se ha auto perdonado y, por lo tanto, no ha habido un caso que le haya dado a la Corte Suprema ocasión de pronunciarse sobre la cuestión.

En ausencia de precedentes, los teóricos remiten a la Constitución de Estados Unidos para intentar llegar a una conclusión.

En el artículo II, la Constitución le otorga al presidente el poder de "conceder indultos y perdones para delitos contra Estados Unidos, excepto en casos de impeachment (juicio político).

Los expertos que creen que el presidente sí se puede perdonar apuntan que el texto constitucional está escrito de forma amplia y no contiene ninguna excepción explícita que impida el uso o abuso de ese poder.

El hecho de que los fundadores hicieran una excepción específica para los casos de impeachment, alegan, implica que no quisieron incluir ninguna otra salvedad.

Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

 

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