Surgen preocupaciones entre diversas autoridades de salud en el mundo ante el aumento de casos fatales por sobredosis de fentanilo en países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia. Acusan una respuesta insuficiente por parte del gobierno de China, país principal productor y exportador de esta droga en el mundo, para controlar y detener el suministro y sus precursores a mercados ilegales.
El fentanilo es una sustancia perteneciente al grupo de los opiáceos sintéticos. Cien veces más potente que la morfina, legalmente se utiliza en atención hospitalaria, primordialmente como anestésico quirúrgico o para el tratamiento de dolores intensos en pacientes con enfermedades terminales. Al consumirla, se obtienen efectos depresores del sistema nervioso similares a los de otros opiáceos.
Dada su potencia y su bajo costo, su consumo sin vigilancia médica puede llevar a la sobredosis y a un serio riesgo muerte por depresión respiratoria. En Estados Unidos, país que ha registrado un alza creciente en el número de fallecimientos relacionados con fentanilo desde 2011, registró 31 mil 335 muertes por sobredosis de esta droga en el año 2018, según información de la DEA. Otros países reportan escaladas similares.
Esto ha puesto a las autoridades chinas bajo la lupa, pues se les culpa de no implementar regulaciones suficientes en el mercado farmacéutico del país, además de no aplicar medidas serias para perseguir el consumo y la actividad delicitiva derivada de ello. Para explicar la falta de control ejercido sobre estas sustancias se aducen incentivos económicos y el hecho de que, en China son pocos los casos de adicción y fallecimientos por fentanilo, cosa que no levanta alarmas entre las autoridades.
Por otra parte, está el inmenso tamaño de la industria química china, similar a otros rubros productivos. Según datos de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China, el mercado químico chino es el segundo más grande del mundo y se estima que, en dicho país, actualmente operan más de 160 mil compañías químicas en diversos grados de ilegalidad; muchas de las cuales fabrican sustancias precursoras del fentanilo para su distribución en mercados manufactureros legales, lo que complica su regulación.
Además, esta droga aprovecha redes de distribución internacional dinámicas y complejas. Se puede suministrar la droga o su precursores a través de Internet, utilizando portales en la darkweb y realizando los pagos por medio de criptomonedas como bitcoin. Luego se distribuyen a laboratorios o a vendedores locales, como pandillas y cárteles, para posteriormente ingresar a los Estados Unidos por paquetería o contrabando fronterizo.
En Estados Unidos, principal mercado de sustancias ilegales en el mundo, la reciente popularidad del fentanilo en mercados ilegales promete exacerbar la ya dificultosa relación del gobierno con las sustancias controladas y el narcotráfico. Esta situación desde hace décadas se ha identificado como un problema de seguridad y salud pública que se cobra con varios miles de vidas al año a causa de la sobredosis y la criminalización.