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Contienda electoral que no se enciende

Los indicios revelan que quien lleva la ventaja en intención del voto, es el candidato a la gubernatura Miguel Ángel Navarro Quintero. El doctor Navarro, como el resto de personas que aspiran a gobernar el estado, ya carga con las complicaciones de decidir las postulaciones al resto de cargos en juego: presidencias municipales, sindicaturas, regidurías, diputaciones locales.

Los días que transcurren pueden ser el detonante de un clima electoral que no lo parece. Vienen las definiciones para que los candidatos a la gubernatura, logren que las siglas que los postulan resuelvan de manera equilibrada.

El clima electoral no lo parece. Faltan definiciones que activen a las decenas de candidatos a los diferentes cargos de elección popular. Los actores de la escena se muestran casi ajenos al proceso en el que están interesados y por lo que muestran aspiraciones. Las reglas que regulan la actividad electoral son complejas y altamente restrictivas. Las reglas electorales, en lugar de expandir los derechos políticos, los restringen y castigan en la lógica autoritaria, no democrática, como sería de esperar.

Son excesivas las regulaciones que tiene la actividad electoral. Cierto, absolutamente: esos excesos regulatorios no son invento del INE, sino de quienes concibieron y aprobaron las normas formales. Esas restricciones hacen que las campañas electorales se realicen casi en la clandestinidad.

La mayor de las restricciones se expresa en términos monetarios. Si se gasta, de donde sale lo que se gasta y los informes ante la autoridad administrativa, son trabajo cerca de lo titánico. No es sencillo forrar los centros urbanos con espectaculares o llenar muros con publicidad, pues un gasto desbocado puede llevar a consecuencias graves.

Los medios masivos de comunicación son los que llevan la peor parte. Se les regula en cuanto a lo que pueden hacer, pero no se les compensa de alguna forma. Los medios tienen el derecho de organizar debates entre candidatos, pero no lo pueden hacer porque eso genera costos que nadie está dispuesto a sufragar.

La presencia de los candidatos en las redes sociales, se encuentra subsumida a reglas de financiamiento, principalmente. Aquí se cruza un problema serio: no existe ni la más mínima capacidad para hacer uso de las redes sociales. Hay quienes suponen que los “likes” son votos: no es así. Tampoco los linchamientos en las redes son presagio del fracaso. La ignorancia en materia de redes sociales es lo que se impone en la escena electoral. Renunciar al uso de redes sociales tampoco resuelve, sino que complica.

Es en ese escenario en el que las personas deben decidir el sentido de su voto. No parece que haya el espacio suficiente para el voto razonado. La información sujeta al principio de máxima publicidad no está a la mano de los electores. De pronto aparecen de la nada, candidatos que jamás mostraron interés por las cosas públicas. Eso en el mejor de los casos, pues el clima electoral no parece encendido.

El entorno pandémico empeora las cosas. Existen reglas para realizar reuniones con simpatizantes, activistas o militantes, que deben respetarse para evitar que la contienda electoral se convierta en razón de una nueva ola de infecciones por COVID-19. Aun así, en algunas ocasiones se ven reuniones que desafían las reglas sanitarias y acciones que son actos puros de temeridad en un entorno de cientos de miles de muertes.

Es probable que las campañas adquieran un nivel de mayor intensidad, al momento de dar inicio las campañas para integrar ayuntamientos y la próxima Legislatura.

Las personas que aspiran a la gubernatura de Nayarit están obligadas a intervenir en el proceso de selección y postulación a los diferentes cargos de elección. Los partidos están obligados a actuar de manera responsable en ese proceso de postulación, eso si desean hacer un buen papel en la contienda electoral en curso.

La cantidad de aspirantes es enorme. El número de candidaturas, entre propietarios y suplentes, son poco más de 300, entre regidurías, presidencias municipales y diputaciones. No obstante, el número de aspirantes a cada uno de esos cargos, asciende a más de mil por partido político.

Cuando se toma una decisión se suele abandonar el resto de opciones. En política el abandono no procede, sino que debe mantenerse viva la posibilidad de integrarse a un proyecto. En política no hay enemigo pequeño. Pero si en política los enemigos gozan de ciertos privilegios, los amigos no deben ser abandonados a su suerte. En política no hay enemigos pequeños, pero tampoco hay amigos pequeños.

Podría parecer que tomar decisiones es un asunto de amistades o enemistades, de amigos o enemigos. Ahí es donde irrumpe el perfil de los liderazgos de quienes desean gobernar al estado. Aprovechar perfiles para hacer un buen gobierno es un asunto capital para el futuro dela entidad.

No hay duda de lo que asegura Stifter en cuanto a la administración (pública o privada). Si se coloca a los mejores o a los peores en la administración, ya sea por designación o por elección, relativamente carece de relevancia. La máquina de gobierno funciona con los peores o con los mejores. Quizá falte matizar la tesis: los peores dejan que el mundo resuelva solo sus problemas, mientras que los mejores se comprometen con las soluciones y las impulsan, las promueven, las realizan.

De lo anterior se deriva al menos una conclusión. Ganar una elección no es lo único que importa. Lo que importa es colocar en la administración, si no a los mejores, por lo menos no a los peores. De esto se deriva la importancia de postular a quienes logren ese equilibrio, el de ganar elecciones sin poner en riesgo a las administraciones.

Es por eso que inicié esta reflexión mencionando al doctor Navarro Quintero. Sin duda, puede ganar la elección y con un amplio margen. Eso le da la posibilidad de sumar a quienes le garanticen un buen gobierno, un gobierno que cambie el estado de cosas que prevalece en nuestra entidad. El doctor Navarro tiene el margen de maniobra para avanzar en lo que ha propuesto para el estado: un gran pacto para el desarrollo de Nayarit.

Los que van a la zaga en las preferencias electorales, en buena medida están tomando decisiones a partir de un par de variables. Una de esas variables es la rentabilidad electoral, esto es, que les aporten votos a las siglas que los postulan. La otra variable es el aventurerismo que se abre las puertas en diferentes acrónimos, pues carecen de simpatizantes, de activistas o militantes suficientes para postular a los diferentes cargos de elección.

No obstante, las cosas no parecen tan sencillas para el candidato puntero. El hecho de que Navarro lleve ventaja en cuanto a la intención del voto, origina vórtices de aspiraciones que complican la toma de decisiones. En algunos casos, las siglas se muestran dispuestas a registrar a cualquiera para cualquier cargo de elección. En cambio, la alianza que aventaja en las preferencias electorales debe lidiar con decenas de aspirantes a un mismo cargo. Todos los que aspiran a ese cargo, se declaran merecedores de una candidatura, hasta de la corona británica o el Premio Nobel.

La operación cicatriz no se puede descuidar en ningún caso. Salvo que la arrogancia, la soberbia, irrumpa triunfal en el escenario, no se intentará acordar con los aspirantes que no resulten postulados a alguno de los cargos. Las decisiones, las postulaciones, en cualquier caso, no deben traducirse en marginación, bajo el impulso de la arrogancia.

Como sea, parece que las campañas apenas van a dar inicio con la postulación de aspirantes a integrar ayuntamientos y la próxima Legislatura. Ahí, en esa etapa, empezarán a perfilarse los próximos legisladores o los siguientes integrantes de los cabildos. Como se suele decir, ahí es donde la contienda electoral podría estallar en llamas.

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